Zapatero, a la caza del rico mientras Fainé ficha a Slim

No deben ser tan malos los ricos cuando Isidro Fainé, el todopoderoso banquero catalán, acaba de fichar para su macro fondo de inversiones (Criteria, brazo financiero de La Caixa) a un personaje de la importancia de Carlos Slim. Lo anunció este miércoles. Carlos Slim, empresario mexicano de origen libanés, atesora la mayor fortuna del mundo, según dicen los expertos de Forbes, que este año le han encumbrado a la primera posición de la lista de los superricos del Planeta.

La fortuna de Slim equivale a más del 5% del PIB español. Se la ha labrado desde la nada,  trabajando y realizando operaciones de compraventa de éxito e inversiones en momentos oportunos (fue uno de los inversores que atinaron en el momento adecuado con Apple), la mayor parte en México (país que tiene un 40% de índice de pobreza), aunque también en otras partes. Es el empresario individual más poderoso en el mundo de las telecomunicaciones y sus negocios se extienden por numerosos sectores. En suma, no es un especulador, sino un empresario que ha edificado imperios. Slim es ahora mismo el gran rival de Telefónica en Latinoamérica, lo que no le ha impedido a Fainé (primer accionista de Telefónica) ficharle y ponerle un sueldo en Criteria, la filial de La Caixa. Puede ser una buena lección: en tiempos de crisis, sentar un empresario millonario a la mesa en la que se toman decisiones puede ser un acierto. Es desde luego una forma de entender la economía, buscar complicidades en el mundo del dinero cuando  pintan bastos.

Aquí, en cambio, tenemos a Zapatero y a su equipo rascándose el cerebro estos días y urdiendo una operación, que de momento está rodeada del más alto secreto, que consiste en lanzar una ofensiva fiscal para recaudar dinero allí donde lo haya. Naturalmente, entre las grandes fortunas. Han pensado algunos ideólogos del partido que la ocasión es la idónea para recuperar viejas figuras fiscales (que en su momento no sirvieron  para casi nada), como el Impuesto del Patrimonio, con las que hacer partícipes “a los que más tienen” del sacrificio colectivo al que nos ha llamado el presidente a todos los españoles.

Después de  anunciar medidas para allegar recursos rascando el bolsillo de funcionarios y pensionistas, algo impropio de un partido que se llama socialista y que ha dado hace una semana un giro espectacular en sus planteamientos, ahora el partido gobernante está viéndose en la necesidad de recaudar dinero entre la gente rica, entre los millonarios del país.  Será, a su juicio, una forma de lavar la cara y la mala imagen que ofreció Zapatero el miércoles de la semana pasada. Convertirse en Robin Hood por unos meses  es estos días la tentación del Ejecutivo.

La cuestión es si tendrá éxito en su empeño o, por el contrario,  todo se traducirá en un castigo innecesario a la clase media, que es en donde está realmente el dinero en cantidades masivas. Las grandes fortunas son en realidad muy aparentes, pero ni están al alcance de la mano ni aportan cifras significativas a la hora de la recaudación. Fernández Ordóñez (Paco, ministro de Hacienda en la Transición, desgraciadamente desaparecido), lo intentó con su Impuesto extraordinario sobre el Patrimonio, que nació con vocación de temporalidad y acabó cumpliendo casi los 30 años, hasta que los socialistas lo borraron del mapa porque no servía para gran cosa, dada su débil capacidad recaudatoria y escasa utilidad informativa.  De modo que surge la inevitable pregunta: ¿no sería mejor hacer algo para incorporar a los ricos a la lucha contra la crisis en vez de freírlos a impuestos nominales que nunca van a pagar y que aumentarán su desapego a la tarea de invertir y crear empresas, que es realmente lo que necesitamos? Quizás sin proponérselo, Fainé nos ha enseñado el camino.