Un primer paso, aunque faltan los importantes

¿Va a ser capaz Zapatero de sacar al país del hoyo en el que nos ha metido? El mismo día en el que el presidente ha presentado sus planes al Congreso no ha faltado el simbolismo: el INE anunciada un aumento del PIB del 0,1%, el primer incremento inter trimestral en dos años. La cuantía del dato parece anticipar por sí sola que España va a salir de la crisis económica posiblemente a trompicones y con una lentitud exasperante. Hay algunos pronósticos que aseveran que este aumento trimestral del PIB será esporádico y que quizás, tras un segundo trimestre posiblemente en la misma línea, no volvamos a ver otro en positivo hasta finales del año 2011. Pueden ser pronósticos agoreros,  y en todo caso son pronósticos, pero la dirección que llevamos posiblemente con conducirá a algo parecido a una etapa de larga postración.

Las medidas que acaba de proponer Zapatero, algunas de ellas posiblemente muy poco meditadas, fruto de elaboraciones apresuradas tras haber sufrido las presiones de los poderosos colegas europeos y las admoniciones del gran jefe sioux, van por primera vez en la buena dirección. Otra cosa es que sean suficientes y que sean todas las que se precisan. Claramente, en lo tocante a si son todas, la respuesta en  negativa. Para abordar la salida de esta crisis no sólo nos piden más, sino que necesitamos objetivamente bastante más. Y ese plus de exigencia no apareció ayer en el guión del presidente.

No dijo nada interesante del tema central, la reforma laboral. No anticipó valoración alguna sobre la lentitud de la reforma del sector financiero, que camina a trancas y barrancas, pero que sigue sin recibir el decidido impulso que necesita, aunque -todo hay que decirlo-  este asunto depende mucho más de los interesados que de las autoridades. Si las cajas no se fusionan con la diligencia deseable y si no afrontan procesos de reorganización como se les ha exigido desde diversos ángulos, de eso no tiene la culpa el Gobierno, ni tan siquiera el Banco de España.  Sobre la reforma laboral, el presidente quiere mantener su áurea de ejemplar militante de izquierdas, sin tocar ni de lejos los intereses de las jerarquías sindicales.

Aún así, Zapatero no ha tenido más remedio que entrar en la confrontación con los sindicatos, porque estos se consideran dueños de muchas parcelas. Y naturalmente hay una que ha resultado severamente dañada: los intereses de los funcionarios, un cuerpo laboral fuertemente sindicalizado que posiblemente esté dispuesto a casi todo para impedir que arañen, siquiera sea en un 5%, sus emolumentos. Desde una lógica bastante razonable, el coste de la crisis en España exige un reparto más equitativo entre el sector público y el sector privado. Nadie en el sector público ha perdido su empleo en los dos últimos años, frente a 2 millones de personas que han abandonado contra su voluntad la dedicación laboral que les ocupaba. Los funcionarios tienen garantía de pleno empleo y, además, tienen una capacidad de mejora salarial bastante elevada, que regularmente, al margen de su productividad y de los vientos que soplen en la economía, sube contra viento y marea. Zapatero les exige ahora  un sacrificio del 5%, aunque en casos más distinguidos (es decir, en niveles salariales más altos) el recorte alcance el 15%.  No parece una decisión carente de razón ni injusta. Si todos hemos de pagar la crisis con reducción de nuestros ingresos y nuestro bienestar, que los funcionarios ganen un 5% menos no es precisamente un drama. Tienen  empleo de por vida y ya vendrán tiempos mejores. ¡Cuántos parados quisieran estar ahora en esa posición de los funcionarios, con trabajo remunerado un 5% por debajo!

El segundo apunte que es necesario hacer al ver las opciones de ajuste por las que se ha pronunciado el presidente es el de la inversión y el de los gastos fiscales, es decir, todo aquello que insufla estímulos a la actividad económica. Hay recortes severos al menos en el primero de los capítulos, el de la inversión, lo que puede  hacer aún más verosímil ese pronóstico que asevera que la economía española va a salir de la crisis uno o dos años más tarde que el resto de las economías europeas. Zapatero, dentro de su enorme torpeza como gestor, ha tardado dos años en afrontar los problemas. Lo ha hecho forzado por las presiones de todas las procedencias. Pero, dejando de lado las motivaciones finales que le han llevado a ponerse manos a la obra, lo que hemos de tener presente es que ese retraso en afrontar la crisis va a tener un coste más que proporcional para nuestro futuro y llegaremos a la fiesta cuando los demás estén tomando los postres. España saldrá de la crisis más tarde y en peores condiciones que nuestros vecinos.