Uno de los numerosos debates sobre nuestro presente económico es el que ha surgido en los últimos días, sobre todo en el fin de semana, sobre el impacto que tendrán las medidas de ajuste en el crecimiento de la economía. Hay mayoría de expertos, por no decir que unanimidad, para los que los recortes anunciados el pasado miércoles suponen un serio contratiempo para que la economía recupere la senda del crecimiento en los plazos inicialmente previstos. Si se esperaba que en al año 2011 las cosas iban ya a empezar a funcionar (o sea, que la economía dejaría de destruir empleo e incluso podría iniciar una recuperación de la ocupación), ahora hay serias dudas de que el año 2011 sea el inicio del arranque económico.
Lo llegó a confesar el propio Zapatero durante su discurso del miércoles, según se observa en una segunda lectura, más sosegada, del texto de su intervención ante los diputados. Zapatero declaró que las medidas afectarán “transitoriamente” al crecimiento de la economía, de manera que el 1,8% que en principio se había pronosticado para el año 2011 será revisado por el propio Gobierno y posiblemente así lo hará esta semana, cuando anuncie los resultados del Consejo de Ministros, con una descripción más detallada de las medidas.
La deducción a la que llegan los especialistas y el propio Gobierno es bastante sencilla. Hay una retirada significativa de recursos del mercado, lo que restará potencial al consumo, en la medida en que funcionarios y pensionistas tendrán que ajustar sus niveles de consumo a la baja. De forma adicional, en los próximos meses irán desapareciendo algunos de los estímulos o complementos de rentas que el Gobierno había puesto en marcha para suavizar el impacto de la crisis y del desempleo en las rentas de los ciudadanos que han ido al paro.
Sólo la renta de los 400 euros habría generado unos gastos adicionales del orden de los 10.000 millones de euros en apenas dos años. Por lo tanto, la suma de estos recortes, unida al impacto del aumento del IVA a partir del próximo mes de julio, va a recortar de forma sensible la renta disponible de las familias. El impacto será apreciable en algunos ciudadanos, pero su impacto macroeconómico será de enorme trascendencia para posibilitar un crecimiento más holgado de la actividad y desde luego no será una situación favorable para la creación de empleo.
Los análisis más en boga en estos momentos sobre el estado de la economía española a medio plazo se han teñido de pesimismo porque pocos nos ven saliendo del bache antes del año 2012. El impacto de estos recortes de renta será más perceptible aún mientras no exista una dinámica de creación de empleo que permita compensar los recortes. Habrá que ver si Bruselas y los demás socios de la UE consideran que nuestra aportación al plan de apoyo al euro ha sido suficiente o si, por el contrario, se necesitan ajustes más duros para sanear con mayor profundidad la economía española. Pronto saldremos de dudas, aunque en los mercados España dirimirá este martes otra batalla, la de financiar su déficit a corto plazo de forma aceptable, es decir, a precios no excesivos.