Las desgracias se le agolpan a España y a nuestra delicada economía, que desde hace unos años apenas ha tenido momentos de sosiego y de prosperidad. Estos días, al tiempo que se acelera el número de personas contagiadas por la Covid 19, y la cifra de muertos por el virus supera con amplitud la de las 50.000 personas, nos llega un temporal atmosférico, mezcla de nevada intensa y de temperaturas alarmantemente bajas, aunque para aminorar las desgracias, el fenómeno climático ha afectado a un tercio de la Península, particularmente la poblada zona centro, es decir, Madrid con su amplia área urbana y las provincias limítrofes o cercanas.
El impacto económico de este breve pero intenso temporal de nieve y frío, del que no existen antecedentes más que retrasando las estadísticas en algunos casos hasta cien año atrás (sobre todo en cuestión de temperaturas gélidas), está resultando muy acusado, tanto que a la hora de contabilizar sus efectos en el crecimiento económico del país (es decir, en el aumento del PIB) como en las consecuencias sobre la salud y la tranquilidad de los ciudadanos. La llegada de esta oleada de nieve y frío ha coincidido con la resaca del rebote del coronavirus, que ha elevado hasta máximos de elevada gravedad la tensión en el sistema sanitario.
La situación del sistema sanitario a causa de estas dos calamidades acumuladas y muy concentradas en el tiempo carece de precedentes en el país. Ni siquiera en las dramáticas etapas de la Guerra Civil se habían alcanzado niveles tan elevados de precariedad colectiva. El sistema sanitario se encuentra en estos momentos al borde del colapso no solo a causa de los tratamientos para erradicar el virus sino en los últimos días debido a la acumulación de accidentes de cierta gravedad, que han multiplicado los casos de traumatismos, con lo que ello implica tanto de tratamiento en centros sanitarios como en sistemas de transporte sanitario para atender a unas personas que en muchos casos tenían seriamente limitadas sus capacidades de movilidad a causa del estado de las vías de comunicaciones.
El Gobierno esperaba un año 2021 bastante más despejado de problemas económicos, habida cuenta de la llegada de la vacuna contra el virus. Pero en las últimas semanas se acumulan los problemas, no sólo por el estirón que ha experimentado los contagios, que han alcanzado las cifras más altas de la segunda oleada, sino por la grave situación climática.
Esta acumulación de problemas ha borrado casi de golpe las expectativas de mejora de la economía que se barajaban en medios gubernamentales hace unas semanas, cuando se estimaba un crecimiento del PIB para este año del orden del 9%. Se trata de una previsión completamente ilusoria cuando apenas han transcurrido tan solo dos semanas del recién estrenado año 2021. La economía ha padecido varios episodios de paralización que van a dejarse notar a medio plazo, alimentando razones más que suficientes como para esperar que la llegada de la recuperación se demore más de lo previsible y deseable.
Desgracias acumuladas para la economía

filomena