La principal industria española, la del motor, ha sido una de las más afectadas por la crisis económica que ha afrontado el país con motivo de la pandemia. Las ventas de coches han rozado apenas el millón de unidades y los pronósticos que barajan los expertos del sector apuntan a una cifra de ventas por debajo del millón de unidades en el año 2021. Es decir, más de un 30% por debajo de las ventas alcanzadas en el año 2019.
Los coches eléctricos han crecido con mucha fuerza (más de 40.000 unidades el año 2020) pero del todo insuficiente para compensar el decaimiento del mercado tradicional. En estos momentos, la presencia del coche eléctrico es aún simbólica, ya que tan sólo el 0,5% de los coches que circulan por las carreteras españolas lo hace movido con electricidad, aunque el balance va a mejorar rápidamente en los próximos años a juzgar por los importantes planes de inversión que tienen en marcha las compañías del sector, algunas de las españolas entre las más destacadas del sector e Europa.
Este volumen de ventas totales, en torno al millón de unidades de todos los modelos y categorías, es claramente insuficiente para un país cuya producción roza los 2,5 millones de unidades anuales y que es, por lo tanto, uno de los principales exportadoras de vehículos de motor del mundo ya que la producción duplica y hasta llega a triplicar en algunos momentos el volumen de ventas en el interior. La industria fabricante estuvo a punto de rozar los 3 millones de coches hace unos años pero se ha quedado en puertas.
El crecimiento del sector solo puede llegar por la vía de grandes inversiones con un perfil claramente renovador, con la tecnología eléctrica como base del crecimiento ya que eso es lo que demanda ya a estas alturas el mercado. Y el automóvil español es un coche predominantemente destinado a la exportación, ya que dos terceras partes de la producción se va fuera de España, en gran medida a los demás países europeos. No hay constancia de que el horizonte inmediato contemple la llegada de nuevos fabricantes a España, como sucedió en la década de los años 70, ni parecen existir medidas de estímulo industrial y financiero por parte del Gobierno para impulsar el crecimiento de nuevas cadenas de montaje, orientadas a mejorar la producción de los nuevos tipos de vehículos que ahora demanda el mercado internacional.
El cuidado de esta industria es esencial para la economía española ya que la industria del motor roza el 10% del empleo y supera el 11% del PIB nacional, motivos más que suficientes para justificar un impulso colectivo al sector por parte de las autoridades. Las medidas que se han adoptado en los últimos meses no van precisamente en esta dirección, ya que España ha optado por elevar el Impuesto de Matriculación para este año a pesar de que los coches que salen al mercado son cada año menos contaminantes y por lo tanto merecerían un trato fiscal más favorable, en vez de ser objeto de castigo, como está sucediendo. Un plan de apoyo al sector del automóvil español debería ser en estos momentos una de las líneas maestras de la Política Económica. Es el sector que más alegrías ha aportado al empleo y a la exportación españoles en los últimos años y debería recibir un trato similar en el futuro.
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