Las relaciones con Europa no parecen por el momento ser prioridad de Obama. El Presidente está un poco decepcionado con la respuesta europea a ciertos problemas, cicatería en prestar personal para Afghanistán, vacilaciones en enfocar las sanciones a Irán etc… y le da dentera reunirse con la Unión europea sin saber verdaderamente quien la representa, el Presidente de la Comisión, el de la Presidencia rotatoria (Zapatero este semestre), el flamante Mr. Van Rampuy o los que verdaderamente parten el bacalao, Merkel, Sarkozy, Brown etc… De ahí que no viniera a la fallida Cumbre de Madrid en la que los corifeos de Zapatero pensaban que nuestro líder y el Mesías Obama iban a cambiar el mundo. Bendita ingenuidad.
Obama no desairó a Zapatero. Si acaso a Europa, aunque también relativamente porque nunca había confirmado que asistiría. Ahora bien, la añorada foto de nuestro Presidente con el americano y “la complicidad” que pronto nos vendería la maquinaria publicitaria del gobierno no han plasmado. Sólo los más torpes de los colaboradores de Zapatero aún no se habrán dado cuenta de que esa “sintonía absoluta” entre los dos dirigentes, esa cantidad de cosas que estaban predestinados a hacer juntos no tenía la menor base… Nuestro Presidente acabaría siendo el visitante número 31 que recibiría Obama en la Casa Blanca, lugar en la lista bastante anodino para alguien que supuestamente tenía esa envidiable complicidad con el admirado Obama.
El Presidente estadounidense no ha estado hasta ahora excesivamente efusivo con sus colegas europeos. De los que han peregrinado a Washington sólo Sarkozy ha sido invitado con su esposa a cenar privadamente en la Casa Blanca, distinción por la que otros, como es sabido, habrían matado. Ni siquiera Brown, que ciertamente no necesita intérprete, ha recibido ese honor.
La prensa británica, alguna de ella con cierta acritud, comenta que la “relación especial”, frase que acuñó Churchill para definir la existente entre los dos países sajones, puede haber pasado a mejor vida. Un Comité parlamentario británico ha recomendado que no se use más porque es engañosa y ha contribuido a presentar a Londres “como un perrrillo faldero de Washington”. En “The Times”, John Charmley se extraña de que se haya tardado tanto tiempo en percatarse de esa incongruencia “de trotar obedientemente detrás de los americanos mientras ellos nos daban patadas”. Peter Mckay en el “Daily Mail” va más lejos: los americanos nunca nos vieron como iguales y “cuando nos decían que nos protegían de los soviéticos solo se cercioraban de que una guerra con ellos sería luchada en territorio europeo y no en Estados Unidos”.
Algún otro, Bruce Anderson, en “The Independent” pide realismo. ¿Por qué la gente se pasma de cuando en cuando de que Estados Unidos piense ante todo en sus intereses. Por supuesto, ¿quién no?. Gran Bretaña también. Concluye que “a menudo se entierra a la relación especial con Estados Unidos pero el coche funerario nunca llega”.