Las organizaciones judías en Estados Unidos, de considerable influencia, vienen mostrando su preocupación por lo que consideran un drástico aumento del antisemitismo en Europa. Según alguna encuesta, nuestro país tiene la dudosa distinción de colocarse en cabeza en ese reprobable sentimiento.
Un estudio del prestigioso Pew Research Center muestra que la actitud antijudía de España ha experimentado un espectacular aumento. Ha pasado del 21% en el 2005 al 46% a fines del 2008. En Alemania sería del 25% y en Francia del 20. La menos negativa sería la británica, no llega al 10%. Otro estudio de la AntiDefammation League coloca asimismo a España en posiciones de cabeza en el rechazo.Varias de las organizaciones judías de Estados Unidos han visitado algunos de nuestros Consulados poniendo de relieve su alarma.
En los países europeos estudiados, Alemania, España, Francia etc… el pálpito anti-judío estaría más expandido entre personas de pocos estudios, mayores y de ideología conservadora. En España, sin embargo, los dos polos se tocarían. Las personas situadas en la extrema derecha comulgarían en este sentido con las que residen en la extrema izquierda.
Ese brusco y dramático “sentimiento antisemita” en nuestro país parece difícil de creer. Resulta difícilmente explicable que una persona que tuviese un impresión aceptable de los judíos que conocía en el 2005 la pasara a desagradable en los últimos años y comenzara a ver con desconfianza a su vecino semita. Algunos tratan de explicarlo afirmando que el deterioro económico y la llegada masiva de extranjeros han originado una xenofobia latente o palpable en muchas naciones europeas. Es un dato pero no parece ser el más convincente.
En el caso que nos ocupa tengo la impresión de que se confunde antisemitismo con rechazo a la política del gobierno israelí. Cuando, por ejemplo, destacados judíos americanos te despliegan apesadumbrados una serie de viñetas críticas aparecidas en la prensa europea, y en concreto en la española, en que se satiriza o arremete contra algo judío se olvida que a menudo es una reacción espontánea a una decisión del gobierno de Tel Aviv. Ante la no familiarización del lector europeo con la fisonomía de los dirigentes israelíes la simplificación en la crítica es poner un monigote con el título de judío.
Es un hecho que las simpatías en Europa y España hacia la causa palestina son mucho mayores que en Estados Unidos. Esto arranca de la guerra de los 6 días en 1967 que alteró la imagen de Israel. Como decía “The economist”, las víctimas del holocausto que contenían a su vecinos árabes pasaron a ser vistos como una potencia colonialista.
Habría que tener un barómetro que midiese la caída de la popularidad de “los judíos” cada vez que el gobierno de Israel toma una decisión contraria a la comunidad internacional. Por ejemplo, ¿cuántos grados de pérdida de prestigio de la imagen judía ha costado el “corte”que Netanyahu ha dado al mismísimo Obama al negarse a detener la construcción de asentamientos en la parte de Jerusalén que la comunidad internacional estima que debe ser la futura capital palestina?. Esto es lo que erosiona la imagen judía aunque las organizaciones yanquis citadas no quieran con frecuencia verlo o reconocerlo.