¿Cuál es la España de nuestro seleccionador?. La del brillante partido contra Costa Rica-en la que a nosotros nos salió todo bien y a los "ticos" todo mal-la de la mediocre tarde contra Alemania o la penosamente impotente del segundo tiempo contra Japón ? En estos momentos, y con pesar, uno teme quedarse con un híbrido de las dos últimas. Lo que pintaría regular.
La noche japonesa -un calvario lleno de suspense- muestra que España es la reina de la posesión de la pelota y del pase lateral o hacia atrás. Hay que darle un sobresaliente en ello pero no nos conduce a ningún sitio.
Parece que los jugadores han recibido un lavado de cerebro en el que hay incrustadas dos convicciones:
- Todo menos perder la pelota aunque haya que cederla 120 veces al portero poniendo nerviosos a muchos hinchas( ¿ Quien jugó más con los pies anteayer, el portero o la suma de todos nuestros extremos?)
- Con ese control los goles llegarán con certeza tarde o temprano.
El primer aserto provoca que España no entusiasme porque "no juega bonito". Resulta monótona, insulsa y predecible.
La segunda afirmación o conclusión no se desprende necesariamente de la primera. Es simplemente falsa.
La impresión que nos quedó no es sólo que España es cicatera, reacia, con el pase vertical sino que lo practica mal. No lo domina. Cuando se anima a hacerlo los errores se multiplican. Que el equipo sea globalmente lento tampoco ayuda.
Luis Enrique, propenso a mostrar su suficiencia y su terquedad, tiene ahora varios interrogantes:
- ¿Era adecuado cambiar a Morata y Williams ante el previsible cierre de los japoneses?
- ¿Hizo bien en no llevar a Sergio Ramos?
Si flaqueamos ante Marruecos, si no se nos aparece la Inmaculada como ocurrió con los nipones, el seleccionador tendrá que responder a bastantes más preguntas, alguna injusta, que le lloverán con inquina de diversos frentes. Dios no lo quiera.