La investidura de Feijóo no avanza salvo ‘rebelión’ (palabra ahora maldita) en el PSOE contra Sánchez, lo que empiezan a no descartar en ciertos ámbitos de la sede de Ferraz. Lugar donde, ahora y como en La Moncloa, están a la espera de que Puigdemont dé marcha atrás y acepte el investir a Sánchez antes de la ley de amnistía.
Pero en ese caso, eso sí, con el público compromiso de Sánchez de que habrá amnistía después de su investidura, aunque llamará a la Ley de otra manera para no soliviantar a los diputados del PSOE. Y se procederá a su tramitación sin procedimiento de urgencia, porque de hacerlo así Sánchez podría incurrir en ‘fraude de ley’.
De manera que el plan en negociación y siempre que Puigdemont recule sería: primero investidura de Sánchez y público compromiso del todavía presidente en funciones durante el debate de su investidura de que habrá Ley de amnistía para Puigdemont y sus compinches.
Pero hete aquí que Puigdemont y sus siete diputados quieren antes de votar tener la garantía de que Sánchez -que es un mentiroso compulsivo y cambia fácilmente de opinión- cumplirá su promesa de aprobar la amnistía.
Y entonces entran en escena los de ERC que están pidiendo a Puigdemont que recule y facilite la investidura y dicen: pues que Sánchez se comprometa ¡por escrito!
Lo que sin duda sería un trágala para Sánchez, ante toda España y también ante el PSOE. Pero como Sánchez es capaz de todo si tiene que poner su promesa con su firma y por escrito la escribirá de puño y letra por más que arrecie y sea cada vez mayor clamor el nacional contra Sánchez y el PSOE.
Además ese ‘escrito’ para Sánchez -y como parece pensar el jefe del PSOE de la Constitución- es solo ‘un papel’. Lo que debería saber Puigdemont porque de promesas incumplidas de Sánchez hay un montón.
O sea, ahora estamos en la fase de que recule Puigdemont a cambio de una promesa escrita de Sánchez que luego la puede cumplir o no. De manera que da igual que se comprometa con la amnistía por escrito o de viva voz porque luego Sánchez hará lo que le dé la gana.
Y porque Sánchez sabe que, antes de que apruebe la amnistía, que luego irá de cabeza al Tribunal Constitucional -previo conocimiento del TS- para que el TC diga su última palabra, pueden pasar dos años.
Un tiempo suficiente para que terminen los trámites de la Justicia europea y para que, por fin, Puigdemont sea extraditado a España. Donde entraría en prisión en espera de juicio y condena y de un indulto de Sánchez allá por 2026. Es decir que Sánchez está dispuesto a todo incluso a tomarle el pelo (el flequillo) al mismísimo Puigdemont, el prófugo de Waterloo.