La vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz preparaba un viaje a Argentina con algún pretexto oficial presumiblemente pero, según sus fuentes, para mostrar su apoyo a su colega la señora Kitchner a la que al parecer varios “jueces fascistas” argentinos están acosando legalmente.
Es difícil entender como una vicepresidenta del gobierno puede acudir a un país amigo, y en el que hay democracia, para crear divisiones institucionales y denigrar a la judicatura. La sensatez debería llevarla a cancelar el viaje aunque le obliga a renunciar a varios titulares y al estreno de varios modelos con que pasmar al adversario.
Ahora bien, si es por viajar y lucir trapos tenemos varias sugerencias para la adorable Yolanda que pueden captar aún más focos y comentarios sobre su persona:
a) Programa en Irán. Doña Yolanda puede acercarse a Irán, recorrer varias ciudades del país, es bonito y variado, en cada una de ellas visitar a las mujeres a las que la policía del régimen ha disparado cartuchos con perdigones en los órganos sexuales. Luego, en una rueda de prensa, en la que habría cambiado de indumentaria y que haría sin nada que le cubriera la cabeza (para valiente, ella), debería preguntar a los ayatolás si ya hay varios centenares de muertos en las manifestaciones y si han ejecutado a dos personas por manifestarse. Todo ello, dicho sin acritud, sin ponerse el velo y sonriendo, entusiasmará a los iraníes (“que temple el de la española y, además vestida a la última”), quizás menos a las autoridades, pero todo valga por un titular y por exhibir el coraje de nuestro gobierno defendiendo a las mujeres del mundo mundial.
b) Programa Rusia-Ucrania. Tanto en Moscú como en Kiev puede reunirse con las madres de soldados muertos en la guerra de Ucrania, mostrarles su apoyo y el del gobierno español, hacerse fotos en los pueblos en el que los rusos han causado más estragos y torturado más (la crudeza del clima permite posar con modelos diferentes a los anteriores, algunos de piel, ¡ideales!) y culminar con una conferencia de prensa en la que diga:
“Señor Putin, esto es una guerra y no una operación especial”.
“Es posible que lo culpen de cometer crímenes de guerra”.
“España esta siempre con los que sufren, los ucranianos, y no entendemos la pasividad del noble pueblo ruso. Despertad, rusos, despertad” (La última frase con un modelo sugestivo puede ser incluso titular en la prensa europea y el New York Times”.
c) Programa de Afganistán. Doña Yolanda se reunirá aunque, sea clandestinamente, con grupos de mujeres en Kabul (acudirá con velo para disimular y una burka deslumbrante, eso sí) y al ser recibida por los talibanes (con una burka más sobria), provista de un buen intérprete que no maquille sus frases, les espetará:
“¿Cómo es posible que con los capitalistas americanos las mujeres podían ir a la Universidad y las niñas a la Escuela y ahora con ustedes que son igualitarios como los comunistas no puedan hacerlo? Es incoherente”.
“¿Siguen ustedes castigando severamente a los homosexuales? ¿No les da vergüenza?”.
Hay muchas más preguntas que mostrarán la audacia de la chulísima Yolanda y, por supuesto, muchos más posibles países necesitados de Quijotes femeninas.
La vicepresidenta no solo mostrará su defensa de las causas justas (alguna de ellas un pelín más interesante que la de la señora Kitchner) sino que probará la eficacia de nuestra “diplomacia feminista”. Un hallazgo este original y apabullante.