Sorprende el silencio de Pepe Bono, el ex presidente del Congreso y ex ministro de Defensa ante la grave crisis de Estado y nacional que ahora estamos viviendo en España.
Ante el riesgo de que Pedro Sánchez decida aprobar, en pago por los 7 votos de JxC para su investidura, una infame Ley de amnistía en el claroscuro beneficio del independentismo catalán y del delincuente, y prófugo de la Justicia, Puigdemont.
Y cuando primeros ex dirigentes y gobernantes del PSOE, a cuya secretaría general optó Bono, desde González a Guerra, pasando por Almunia, Sevilla, Eguiguren, Redondo Terreros, Lambán y García-Page (su pupilo) y otros más, e intelectuales progresistas como Cercas y Cebrián, se han pronunciado en contra de esta infame ley de amnistía de Sánchez para Puigdemont.
La que atenta contra la unidad de España, la Constitución, la Democracia y el Estado de Derecho, mientras Bono permanece huido y callado como un muerto, siendo él como parecía tan ‘patriota’, español y tan locuaz.
Lo que abunda en la sospecha de que Bono teme que, si habla, la fiscalía de Sánchez le levante las alfombras de su productivo negocio inmobiliario -que ya fue objeto de alguna investigación- y por ello anda escondido y refugiado en la República Dominicana.
Desde donde Bono puede hablar sin problemas a nada que se lo propusiera para explicar cuál es su posición sobre este gran debate nacional y español.
Pero de momento Bono permanece callado y escondido en vez de dar la cara y hacer una declaración clara y contundente en la defensa de España, de la que tantas veces ha hablado.
Y ello cuando parecía que en esta crisis del PSOE Pepe Bono podría jugar un papel relevante como tercera opción, entre la vieja y nueva guardia del PSOE, como no hace mucho lo sugerimos en estas páginas. Pero ahora, a Bono, la lengua, parece que se la comió un ratón.