Estamos ante lo que se dice terminar una frase con ‘estrambote’. O más bien y, para ser más exactos, con ‘estruendo’. Porque la aparición de 44 etarras en las listas de Bildu -descubiertos por ‘Covite’, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo - para las elecciones del 28-M se han convertido en tema central de la campaña electoral que ha dejado a Sánchez y al PSOE acorralados por su condición de socios de Bildu a lo largo de la legislatura.
El autor de semejante infamia -y no solo ‘indecencia’ como dice Sánchez- ha sido Otegi que ocultó a la opinión pública y al Gobierno de Sánchez la lista de los 44 etarras, hasta que los descubrió Covite.
Lo que dejó a Sánchez a los pies de sus propios caballos y hecho una furia en plena visita al presidente Joe Biden en Washington. Y con la ciudadanía española soliviantada por el nuevo desafío de ETA, que sí está políticamente activa, a los españoles y especialmente a las víctimas del terrorismo.
Y se supone que Sánchez llamó indignado a Otegi exigiéndole rectificar. Lo que Otegi aceptó parcialmente anunciando la retirada de los siete etarras con delitos de sangre, pero manteniendo en sus macabras listas a otros 37 terroristas.
Y esto le ha estallado a Sánchez en sus manos cuando acaba de empezar la cuenta atrás de los 10 últimos días que aún quedan para votar el 28-M. Sin que Sánchez, su Gobierno y el PSOE -partido cómplice de todo- puedan seguir con sus oportunistas regalos electorales, porque lo que ahora manda en el debate nacional son las listas de Bildu y de ETA.
Así se ha visto en los recientes debates del Senado y del Congreso, lugares de donde los ministros de Sánchez huyen despavoridos de los periodistas para no hablar de Bildu. Y donde la ministra Ione Belarra (algo nunca visto en la Transición) se ha presentado ayer en el ‘banco azul’ del Gobierno de España disfrazada con una camiseta y con la foto del hermano de Isabel Ayuso (sic).
Lo que, sumado al muy grave asunto de Bildu, da una idea del deterioro en el que están sumidas las instituciones del país en este esperado final de la presidencia y lustro Pedro Sánchez, que el 28-M tiene una cita electoral que debería convertirse en antesala del ‘cambio de ciclo político’ en España.
Y muy difícil van a tener Sánchez y el PSOE denunciar los posibles pactos del PP con Vox cuando ellos pactan con Bildu y sus candidatos terroristas como volverán a intentarlo en Navarra.
O cuando pactan con los golpistas de ERC y favorecen a 1.100 delincuentes sexuales con la chapucera Ley Montero del ‘sí es sí’. Y todo ello mientras el inefable Tezanos se saca de la manga otra encuesta electoral del CIS sobre las elecciones generales de diciembre en plena campaña electoral del 28-. Y en la que incluye preguntas y pronósticos eufóricos sobre Sumar lo que puede ser ilegal porque Sumar al día de hoy no existe como partido político ni tiene representación parlamentaria.
Pero todo ello forma parte de la estrategia electoral de Sánchez y del PSOE. La que Otegi acaba de dinamitar ante las narices de los barones del PSOE y de sus candidatos en los ayuntamientos y las autonomías. Los Page, Vara, Puig, Lambán, Armengol, Lobato etc, que ya no saben qué decir ni a dónde mirar.