Pedro Sánchez anunciará hoy su nuevo gobierno, el de la XV Legislatura, que no va a disfrutar de un solo día de tregua, acosado de sus adversarios de la oposición y de la propia coalición que le sustenta. Han sido, hasta ahora, cinco años y medio de presidencia Sánchez a lo largo de cuatro legislaturas: la XII que inició la presidencia Rajoy descarrilada por la primera moción de censura exitosa de la democracia; la fallida XII legislatura; la XIV que duró tres años y medio hasta el fracaso de las elecciones municipales y autonómicas de 2023, y la nueva, la XV que repite gobierno de coalición y seis pactos para alcanzar la investidura.
A lo largo de estos 66 meses de presidencia Sánchez ha utilizado a 38 ministros y han sobrevivido durante todo el mandato seis: Defensa, Economía, Hacienda, interior, Ecología y Agricultura; los cuatro primeros calificados de ministerios de Estado, peculiar denominación para otorgarles un rango preferente.
Durante esos 66 meses el gobierno ha conocido siete remodelaciones de menor cuantía, relevos de uno o varios ministros, con la salvedad del estrenado gobierno de coalición con Unidos Podemos que dio entrada a cinco ministros por designación de esta formación. La salida de Pablo iglesias fue el acontecimiento más destacado de esa etapa por lo que supuso de desplazamiento de Podemos y emergencia de Sumar, liderada por Yolanda Diaz convertida en nueva interlocutora de Sánchez para dirigir la coalición.
Como conclusión cabe señalar la consolidación del poder de Sánchez como presidente hábil en el relevo de colaboradores con mando sobre el gobierno y el partido socialista con absoluta lealtad al presidente.
Al mismo tiempo que esa galvanización en el mando absoluto de Sánchez, se ha producido el afianzamiento de oposiciones internas y externas al nuevo gobierno que no le dan ni un día de tregua. La oposición directa como alternativa ha conocido en estos 66 meses tres líderes hasta el gallego Feijóo que promete una oposición cara de perro desde el primer minuto incluidas manifestaciones en la calle. A esa oposición Sánchez une desde primera dos frentes internos que amenazan su exigua minoría frente a los que dispone de la ventaja de la ausencia de alternativas. No es imaginable que tanto Podemos como cualquiera de las formaciones nacionalistas que otorgan su confianza interesada y con condiciones a Sánchez, disponga de mejor alternativa que la actual. De manera que será una oposición interna ruidosa, llamativa, exigente… pero sin alternativa mejor que el mismo Sánchez, del que no se fían, pero ante el que carecen de alternativa ya que cualquiera sería peor.
Queda una oposición adicional de configuración y fortaleza incierta, impropia en una democracia madura, la llamada sociedad civil, profesional, ni implicada en la vida política, movilizada como en pocas ocasiones antes, confrontada con una visión de dos Españas enfrentadas, sorprendida por ese enfrentamiento, y decepcionada por la política que en vez de ofrecer soluciones enfatiza los problemas.