Nuestros okupas en la prensa extranjera

Vista del bloque de viviendas donde ha sido encontrado el cadáver de una mujer en el interior de una casa que tenía la entrada tapiada, al parecer para evitar el acceso de okupas, situada en el barrio de los Vadillos de la capital vallisoletana.

EFEVista del bloque de viviendas donde ha sido encontrado el cadáver de una mujer en el interior de una casa que tenía la entrada tapiada, al parecer para evitar el acceso de okupas, situada en el barrio de los Vadillos de la capital vallisoletana.

No es preciso acudir a la okupación de segundas viviendas de extranjeros en España para denunciar un fenómeno que, como es natural, afecta principalmente a unos propietarios españoles que en ocasiones serán más “vulnerables” que los mismos okupas. Pero como quiera que, directa o indirectamente, su justificación oficiosa o al menos partidista no ha hecho sino crecer en los últimos años, aplicando la socorrida plantilla de pobres y ricos, hoy toca llamar la atención sobre cómo se nos ve desde otros países. En esto sí que Spain is different para vergüenza nuestra.

Hace ya algún tiempo que un extranjero, simple conocido mío, me telefoneó desde la Costa del Sol pidiendo consejo. Cuando llegó a su segunda vivienda junto al Mediterráneo, se la encontró okupada por varias personas (no sabía exactamente cuantas) que le impidieron la entrada. La Policía le había dicho que no podía hacer nada sin orden judicial, por lo que le recomendaban buscar abogado. Así lo hizo y éste le había aconsejado volver a su país porque el desalojo podría prolongarse más de un año. Luego le había pedido provisión de fondos. Le dije que, simplemente, había tenido mala suerte porque eso le podía haber pasado a cualquiera, también a una anciana que se ausentase unos días de su casa para ser atendida en un hospital. Suscribí el consejo de regresar a su patria, despedirse de sus vacaciones en España y tomarse con calma el proceso judicial. Por caridad cristiana no añadí una sola palabra sobre el lastimoso estado en que recuperaría su vivienda, ni que habría de pagar la electricidad que tuvieran a bien consumir los okupas (luz, lavadora y aire acondicionado), así como el agua y algún etcétera más. Habría pensado que yo estaba loco o era un adicto al humor negro.

Es una pena, pero a veces nos preocupa más el eco de nuestros males en la prensa extranjera que las quejas de unos perjudicados muy mayoritariamente españoles. Estos días, coincidiendo con nuestra nueva Ley de la Vivienda, The Times y The Sunday Times publican extensos reportajes sobre los peligros que acechan a las segundas viviendas de los británicos en España. Se relatan casos concretos y se advierte de que se ha llegado al extremo de que lo mejor y más barato es pagar unos miles de euros para que el okupa se vaya a otra vivienda vacía donde repetir esa okupación que para determinados líderes políticos constituye incluso un derecho. No importa que los propietarios sean gentes de clase media y no los estigmatizados fondos buitres. Tampoco que los okupas no sean una familia con los padres en paro y algunos hijos, sino gentes que el socialista e insigne penalista Jiménez de Asúa denominaba vagos y maleantes, o sea, parásitos sociales sin oficio ni beneficio.

En fin, un problema que deben resolver el legislador, los fiscales y los jueces, sin dar lugar a que los propietarios tengan que recurrir a los servicios pagados de agencias privadas de desokupación o mediación cuya actividad hasta pudiera ser delictiva. La verdad es que las agresiones, las coacciones y las amenazas ya están castigadas en el Código Penal. También las procedentes de los mismos okupas.

Sobre el autor de esta publicación

José Luis Manzanares

Nació en 1930. Obtuvo Premio Extraordinario en la Licenciatura de Derecho por la Universidad de Valladolid (1952) y en el Doctorado por la Universidad de Zaragoza (1975).

Ingresó en la Carrera Judicial en 1954 y se jubiló como Magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo el año 2000. Es también Abogado del Estado (jubilado) y Profesor Titular de Derecho Penal (jubilado). Fue Vicepresidente del Consejo General del Poder Judicial entre los años 1990 y 1996. Desde 1997 es Consejero Permanente de Estado.

Amplió estudios en la Universidad Libre de Berlín Occidental y en el Instituto Max Planck de Friburgo.

Ha pronunciado numerosas conferencias en España, Colombia, Cuba, Alemania e Italia.

Ha publicado más de un centenar de trabajos jurídicos, amén de nueve libros, entre ellos dos Comentarios a los Códigos Penales españoles de 1973 y 1995, habiendo participado en otros diez de carácter colectivo. También ha traducido algunos textos jurídicos del alemán, entre los que destaca la última edición (la 4ª) del Lehrbuch des Strafrechts (Parte General) del Profesor Jescheck. Ha llevado durante años la Sección jurisprudencial del Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. La misma labor desarrolló en la Revista “Actualidad Penal”, de la que fue Director durante algunos años, desde su primer número hasta su cierre el año 2003. Es también autor de unos comentarios en 2 Tomos al vigente Código Penal tras su reforma por la Ley Orgánica 5/2010, editados por Comares, Granada. Su último libro, publicado el año 2012 por la editorial La Ley, de Madrid, se ocupa de “La responsabilidad patrimonial por el funcionamiento de la Administración de Justicia”.

Ha colaborado en algunos periódicos nacionales, como ABC, Diario 16, La Razón, El Mundo, El País, La Gaceta de los Negocios, La Clave, Epoca y Expansión, y semanalmente, durante muchos años en Estrella Digital. También en la revista alemana “Juristenzeitung” y otras especializadas de México y Argentina.