La semifinal Madrid-Barça no lo llamaría yo clásico. Nunca vi partidos entre los dos grandes del fútbol español con tantos momentos en que abundaron los malos modos. Hubo instantes en que en el campo hubo más duros fajadores que finos estilistas. Afortunadamente, en la segunda parte hubo más calma aunque futbolísticamente solo hubo que constatar la superioridad madridista. El Barça se acorraló y se dedicó a defender su ventaja. Pareció, en muchos minutos, que era el equipo modesto que llegaba al Bernabéu a buscar un puntito.
El Madrid acudió en última instancia a que Álvaro rematase un balón de cabeza. El Barcelona también recurrió a los cambios pero en ellos, Xavi, ha dejado ver una visión pacata. Hay ocasiones en que no se entienden sus cambios. La anécdota del encuentro estuvo en que Militao marcó en propia puerta y Ansu Fati evitó un gol de su equipo desviando el balón que entraba.
No fue partido para recordar como otros muchos en que los participantes han dejado muestras de gran valor futbolístico. La semifinal está ahora a favor barcelonista y tal vez para la vuelta con las participaciones de Dembelé, Pedri y Lewandowski pueda ser más adversario que lo fue en el Bernabéu a pesar de que salió vencedor.
La semifinal de Copa amenazó por convertirse en una pelea de tal índole que el campo pareció que iba a convertirse en cuadrilátero. Hubo momentos en que el partido pareció que lo jugaban pendencieros, Hubo minutos en que el público también se encorajinó porque, como era natural, estuvo de parte de los suyos y solamente vio faltas barcelonistas. El partido subió de intensidad en dos momentos cruciales: cuando el árbitro castigó con amarilla a Vinicius y en el momento en que una jugada desgraciada acabó con gol en propia puerta y puso en ventaja al Barcelona.
Presionó el Madrid desde el comienzo y se hizo con la dirección del juego, Modric, Kroos, Valverde y Camavinga tomaron el mando. Enfrente, De Jong, Busquets, Kessié y Gavi no obtenían tantos réditos. El Madrid atacó siempre que el balón estuvo en los pies de uno de sus jugadores. El Barcelona delante únicamente contó con Ferrán, porque Raphinha estuvo tan imbuido de que su misión no era solo la de atacante, que estuvo muchos momentos defendiendo como un centrocampista más.
El Madrid marcó y el gol fue anulado por fuera de juego. El del Barça fue validado por el VAR porque Kessié no arrancó la jugada que le proporcionó Ferrán, por detrás de los defensores madridistas. Courtois volvió a ejercer como gran guardameta, pero su rechace se convirtió en gol porque el balón rebotó en Militao.
Tengo la impresión de que en el Madrid hay contagio de nervios pese a que en el conjunto hay jugadores que nunca han dado que hablar. Pero hay una circunstancia que pone de los nervios a quienes nunca se han distinguido por ser partidarios de la bronca y las protestas al árbitro. Y tampoco han sido protagonistas de empujones como uno que sufrió Busquets que no es precisamente jugador partidario de los conflictos personales.