El acto con el que los jugadores de Osasuna y su público despidieron a Antonio Mateu Lahoz, árbitro que acaba esta emporada, ennobleció tanto a los protagonistas cómo al fútbol en general. Mateu Lahoz ha sido un colegiado que ha tenido más aplausos en el mundo, y especialmente en Europa, que en España. Se le ha acusado en muchas ocasiones por lo que ha sido una de sus características más estimables y plausibles: su actitud dialogante.
Mateu nunca ha sido el juez amenazante, el que se ha dirigido a los jugadores mostrando autoridad incontestable. Ha tenido la virtud de explicar en el césped las particularidades del reglamento y las razones por las que ha aplicado una norma. La gran mayoría de los futbolistas podrán confirmar que ante él nunca se han sentido coaccionados.
El arbitraje español ha perdido personalidad con la aparición del VAR. Muchas de sus errores han sido corregidos desde la sala en que se pueden ver repetidamente las jugadas conflictivas y ello ha hecho que algunos no se decidan como hacían antaño. En ocasiones esperan a que les digan cuál ha sido lo aplicable reglamentariamente.
Mateu Lahoz salió de El Sadar en medio del pasillo homenaje que le hicieron los osasunistas. Se marchó al vestuario después de abrazar a todos cuantos le hicieron el pasillo que se concede a los campeones. Él lo ha sido en su labor. Mateu, probablemente, podría permanecer en la labor arbitral algún año más porque se le ve físicamente pletórico, pero las normas son aplicables a todos y ha tenido que pasar por la decisión de la superioridad arbitral para retirarse.
El fútbol español no se ha caracterizado nunca por tener respeto hacia el arbitraje. Tradicionalmente, en toda derrota ha habido equipos que han tenido como explicación cargar sobre el árbitro las razones por las cuales no han obtenido marcador favorable.
Lo que se vio en El Sadar es para satisfacción de quienes creemos que la ética debe marcar siempre la actitud de quienes juzgan y de quienes son juzgados. En nuestro fútbol la protesta suele ser la actitud preferente en el césped. Mateu Lahoz prefería el dialogo antes que conminar al futbolista y amonestarle. En El Sadar, los osasunistas, lo cual habla muy bien de su deportividad, Mateu salió por la puerta grande. Felicitémonos.
Posdata. Carlos Alcaraz, número uno del mundo, perdió en dos sets con el húngaro de 22 años, Fabien Maroszan, 135 del mundo, que había salido de la fase previa. Fue la sorpresa del torneo de Roma. El murciano confesó que no sabía lo que le estaba ocurriendo. Ahora tendrá que prepararse mentalmente para el Roland Garros.