Martes de Carnaval y el gran Madrid

Martes de Carnaval y el gran Madrid

EFEMadrid

Ya están las Escuelas de Samba redoblando los tambores y ensayando los bailes y los desfiles camino del sambódromo de Río de Janeiro en el nuevo Brasil del presidente Lula da Silva. Mientras el conspirador Jair Bolsonaro se disfraza de enfermo en Miami, porque si osa regresar a Sao Paolo allí lo van a interrogar como sospechoso que es de impulsar los asaltos, en Brasilia, a las primeras instituciones del país.

Por el Gran Canal de Venecia navegan las góndolas engalanadas para la fiesta pagana del Carnaval con hermosas damas vestidas con trajes de la corte de María Antonieta, pelucas con tirabuzones plateados, antifaces de seda roja y abanicos de ven y van, mientras el capitán de los arlequines se acomoda de mascarón en la góndola imperial.

Y ya están las calles de Cádiz a rebosar con las charangas y los coros de barrio en barrio, por La Viña, Puerta Tierra, Santa María y El Mentidero, poniendo a prueba las coplas y chirigotas que luego competirán en el Teatro Falla, donde Teófila sigue en su palco y el Kichi este año se despide de esta ciudad, bendecida por las aguas del Mediterráneo en las que en cuyo fondo, y a sólo una pocas millas de ‘La tacita de plata’, dormida La Atlántida está.

¿Y en Madrid? Pues Madrid es otra cosa y no necesita carnaval. Y los gatos que nos gobiernan, en Moncloa, Cibeles o la Puerta del Sol, no tienen gracia ni imaginación ni ganas para presentar, como quizás debieran, un buen y fastuoso Carnaval a la veneciana, musical como el de Río, y ni siquiera tan colorido como los de Tenerife o Las Palmas donde los guanches pasan todo el año cosiendo y adornando el fastuoso traje de la Reina del Carnaval.

En Madrid el desfile va por dentro y al margen de la política y los políticos, cuyos próceres se esconden bajo las máscaras y en discursos impostados con los que pretenden encandilar a sus posibles votantes. Los que hartos de los vaivenes saben hacia donde ni hacia quien mirar.

Madrid es otra cosa, mientras Barcelona se diluye víctima de la epidemia nacionalista y Málaga crece bajo el sol tecnológico de manera exponencial. Y la capital del Reino se ha convertido en el nuevo Miami de Europa donde confluyen las élites de América Latina. Las que pasmadas están de su luz y su buena acogida. E incluso de que nadie les robe los móviles cuando van hablando y pasean por el centro de la capital.

Madrid ahora es el gran Madrid y a lo largo de todo el año vive en la calle, en los bares y terrazas abarrotadas y soleadas en este falso invierno. Aireando un comercio exuberante, ‘musicales’ de la Gran Vía, grandes Hoteles de cinco estrellas, kilómetros de cola a las puertas del Museo Del Prado y con una oferta gastronómica internacional plagada de ‘luceros’ Michelin. Madrid afortunadamente vive, al margen de la política, una época espectacular que provoca envidia y celos en Europa y que ya la quisieran en Roma, Londres, París y Berlín.

Sobre el autor de esta publicación

Marcello

Un Jack Russell de pura raza, que cursó estudios de criminología en Oxford, y se licenció "cum laude" en el master de sabuesos de Scotland Yard. En Inglaterra conoció a un bisnieto del perro de Baskerville y en Estados Unidos (donde tiene a dos primos hermanos, Uggie ganador de un Oscar con 'The Artist' y Eddie, el perro del psiquiatra Frasier Crane) trabajó a las órdenes del FBI. De regreso a España se dedicó al periodismo que es profesión mas arriesgada que la lucha contra el crimen internacional, y en esto de Internet lleva casi doce años y sin descansar