Los últimos días han constituido un calvario o viaje a los infiernos del presidente del Gobierno, de todo su gabinete y del PSOE, porque se han acumulado los problemas y las malas noticias en las que hubo de incluir hasta la eliminación europea del Barça. Aunque los asesores más optimistas del presidente culé le habrán dicho a Zapatero eso de “no hay mal que por bien no venga”, exponiendo los conflictos que podría provocar el desembarco del Barcelona y de toda la cúpula nacionalista en el estadio Santiago Bernabéu si tuviera que disputar la final a la que obligatoriamente debía asistir el mismísimo Zapatero. ¡De buena nos hemos librado!, habrán dicho al deprimido presidente sus más entusiastas asesores de imagen.
Otros asesores más técnicos habrán consolado a Zapatero –a su vicepresidenta Elena Salgado no hay quien la consuele-, diciendo que lo peor del huracán económico y social ya ha pasado y eso es lo que repite el presidente con un hilo de voz por el Congreso y el Senado, y sin tenerlas todas consigo, porque los datos que van saliendo del paro, las agencias de calificación y de los mercados bursátiles han sido muy malas en las últimas horas. Pero parece ser que la UE va a aprobar pronto las ayudas a Grecia y que eso frenará a los especuladores de los mercados. Y le dicen que es muy difícil que el paro empeore, o que España pierda más cota de solvencia entre los analistas internacionales. O sea, que hemos tocado fondo y que a partir de ahora todo irá a mejor y hacia arriba hasta llegar a la superficie, donde Zapatero podrá sacar por fin la cabeza y respirar con más normalidad.
Se tiene la impresión, incluso, de que el magistrado del Supremo Julián Sánchez Melgar, que ahora se encarga del caso de Garzón y el franquismo, archivará esa causa con lo que se habrá terminado otro problema, como esperan que vaya amainando poco a poco la bronca del Constitucional sobre el estatuto catalán con las nuevas iniciativas del PSC y CiU, por desafiantes que parezcan y que en Moncloa consideran flor de un día.
Incluso la desaparición de De Juana Chaos de Irlanda le quita de encima otro problema, y entre una y otra cosa después de estas horribles semanas, el presidente espera descansar y empezar a lucir el palmito de presidente de la UE, adornado con el salvavidas de Grecia que pronto se va a hacer público. A más tardar en unos días cuando pasen las elecciones de Alemania y Gran Bretaña y el mapa político europeo recupere un poco de estabilidad.
La pregunta que permanece escondida entre los oráculos optimistas de la Moncloa es la de cual ha sido el desgaste que ha sufrido personal y electoralmente el presidente Zapatero por causa de todos estos recientes eventos negativos y acumulados. Y todos están a la espera de las próximas encuestas del CIS y de los medios de comunicación, donde los monclovitas sueñan con la posibilidad de que el PP también haya sufrido desgaste por el caso Gürtel. El que va a regresar, el próximo día 12 de mayo, al Tribunal Supremo con Francisco Camps de por medio, mientras empiezan a circular informes del Tribunal Superior de Madrid sobre otros presuntos cohechos –amén de los famosos trajes- entre la trama Gürtel y los contratos que obtuvieron de la Generalitat valenciana años atrás.
Si a ello añadimos la esperanza de Zapatero de que los sindicatos y la CEOE lleguen pronto a un acuerdo sobre la reforma laboral y la elaboración de medidas urgentes para reducir el déficit o para impulsar, con ayuda de la CECA presidida por Fainé y vigilada por Rato, la fusión urgente de las Cajas de Ahorro, o las esperadas noticias de un débil pero significativo crecimiento, del 0,3 por 100 de la economía española, veremos que a Zapatero, a pesar de lo mal que está todo, le quedan resquicios para reactivar su proverbial optimismo antropológico, aunque las mejoras sean mínimas, en porcentajes decimales y no saquen a España del profundo pozo en el que está.
Además ¿Qué otra cosa podría hacer Zapatero? Pues o convocar elecciones anticipadas para perderlas; llegar a ofrecer un gobierno de coalición al PP o un pacto de legislatura como se acaba de hacer en Portugal, lo que sería difícil de lograr; o sencillamente dimitir y dar paso a otro dirigente del PSOE, bien su ayudante José Blanco, o al candidato que suena en la sombra del entorno felipista, Javier Solana.
Aunque para todo eso Zapatero aún tiene tiempo por delante y además le queda todavía por disfrutar de la cumbre de la UE en España y tiene en la manga los ases de la crisis de gobierno, que niega pero que tendrá que hacer antes o e después del verano, para soltar lastre y poder remontar el vuelo, aunque sea sólo unos metros, antes de las elecciones catalanas y del gran desafío de los comicios autonómicos y municipales de 2011, su verdadera prueba de fuego. Pero hasta entonces y de momento en la Moncloa creen que ya ha pasado lo peor y que las cosas pueden mejorar, un poco, pero mejorar.