No entiende nuestro ilustre manchego presidente del Congreso de los Diputados, Pepe Bono, la manta de palos que se le viene encima por la izquierda y la derecha a propósito de su más que llamativo patrimonio inmobiliario y caballar. El ilustre manchego explica su desgracia con el pobrecito argumento de que la derecha mediática le fustiga por socialista y la izquierda por cristiano. Y canta con las letras de Jorge Cafrune : “al justo aquel/ por piadoso y sincero/ la Humanidad/ lo clavó de un madero…” El justo, naturalmente, es él. O en el peor de los casos su amigo Garzón por el que ha roto una lanza en “El País” clavándola en el costado del poder judicial, lo que le ha servido a su amigo Pedro J. o Pedro Esponja (por lo de la toalla) de excusa y argumento para levantar en el “El Mundo” la veda en contra de don Pepe el de la peluca.
Y no sólo por lo de Garzón, al que el periódico tiene entre ceja y ceja, sino porque el rotativo está necesitado de portadas y titulares, porque piensa que lo de Bono es verde y con asas, y porque los italianos de Rizzoli están que echan las muelas con la mala cuenta de resultados de Unedisa, su endeudamiento -por la compra de Recoletos-, y sobre todo con el rumor de que su diario español pierde venta y se le acerca por la espalda, lento pero seguro, el “ABC”. Pero la culpa de todo esto no la tiene Bono, faltaría más, sino el director del diario que es el único que manda.
Y es que muchos lectores se van de El Mundo porque no han entendido el fracaso estrepitoso de la conspiración del 11-M que señalaba a ETA como autora del atentado de Madrid, ni los ataques furiosos a la dirección nacional del PP desde un periódico que se decía de derechas, ni la protección que El Mundo le da a Zapatero -en vez de pedir su cese o dimisión-, ni el pésimo elenco de columnistas ultras y tontainas que ahora tiene el diario. En suma, porque don Pedro J. “el cruel” -pensará Bono-, lleva ya demasiado tiempo al frente del diario y practica el culto a su personalidad como se aprecia en esas espantosas y lamentables entrevistas televisadas que le hacen sus tertulianos empleados en VEO TV, como si Pedro Esponja fuera el oráculo de la nación.
O sea, querido Pepe Bono, vas listo. Ya no sirven los quesos manchegos, ni el coñac Peinado, ni los pelucos de los chinos, ni la bandera española, ni las cenitas en Jai Alai. Nada que hacer porque Pedro J. o Pedro Esponja está necesitado de un guiso de caza mayor y se va a subir al carro inmobiliario de “La Gaceta” en busca del tiempo perdido, para ver si esa peluda cabeza se la cobra él, que buena falta le hace. Y Bono con esa mirada redonda del muñeco diabólico que le caracteriza se fijará en los ojos despiadado de Pedro J., le recordará los favores prestados, aquellos premios periodísticos manchegos, las promociones varias, las cenas de matrimonios, las emisoras manchegas, y los paseos con Zaplana -al que le estarán silbando los oídos- y el manchego dirá, mirando el puñal, como Cesar a Bruto eso de: “¿tú también?”.
Pues sí, estamos en la crisis y en el sálvese quien pueda y como dijo Lawrence de Arabia al dar la orden de pasar a cuchillo a un regimiento turco: “no se hacen prisioneros”. Y a Bono le van a dar fuerte y flojo toda la prensa conservadora sin excepción y parte de la progresista, porque los de ”Público” ya le metieron una cornada, cuando se decía que el presidente del Congreso se estaba postulando para sustituir a Zapatero en caso de desmayo o deserción del presidente de la nación. Y esas eran palabras mayores que los monclovitas no quieren escuchar y por eso le mandaron un recado a Pepe Bono con el inventario de su multipropiedad. Y por si algo le faltara a don José en el Congreso de los Diputados le espera con los dientes afilados el PP por lo de los pisos y lo de Garzón. Porque este hombre se ensañó con Federico Trillo en lo del Yak 42, cosa que la cortesía política no permite con un predecesor, y se la tienen jugada. De momento lo presentan como el millonario del PSOE, pero si la investigación encuentra algo más y más contundente en ese caso irán a por él. Sin piedad y por piadoso que sea porque no están los tiempos para divagar.