El presidente de China, Xi Jinping, que acaba de entrevistarse con Vladimir Putin en Moscú para presentarle su plan de paz en la guerra de Ucrania ha invitado a Pedro Sánchez a reunirse con él en Pekín los días 30 y 31 de marzo. Lo que el presidente español aceptó convencido del impacto mediático del encuentro y de la oportunidad que se le presenta.
Y ello después de la Cumbre Iberoamericana del 24 y 25 de marzo en Santo Domingo donde Sánchez conversará con presidentes y jefes de Estado de los países latinoamericanos, lo que también le facilitará su autobombo y proyección nacional e internacional.
Y, naturalmente, cabe imaginar que Pedro Sánchez, tras su encuentro con Xi en Pekín, donde seguramente se hablará de la guerra de Ucrania, buscará un viaje a Moscú para conversar con Vladimir Putin. Y, posteriormente otro viaje a Kiev para informar a Volodimir Zelenski de sus conversaciones con Xi y Putin.
Y ya puestos a viajar, para presentar el ‘plan de paz Sánchez’ para la guerra de Ucrania, cabe imaginar que nuestro presidente también viaje a Berlín, Paris y Londres, antes de volver a cruzar el Atlántico para finalmente conversar en La Casa Blanca con el presidente Joe Biden, lo que tampoco se debe descartar.
Y lo que cerraría una encomiable ronda de conversaciones y mediaciones en pos de un ‘alto el fuego’ en Ucrania. Y lo que, de lograrse, daría a Sánchez la oportunidad de posicionarse como candidato al Premio Nobel de La Paz.
Y no se rían porque el audaz Sánchez es capaz de todo esto y mucho más. Y, desde luego, lo va a intentar. Y ello el gallego Feijóo anda cazando moscas por Madrid y a palos con Abascal, y mientras Sánchez inunda los telediarios de la precampaña electoral del 28-M con su gira intercontinental por América, Asia y Europa.
Convencido como está Sánchez de ser un influyente líder europeo que, como lo subrayó durante el debate de la moción de censura, se considera el impulsor de: los Fondos Europeos de Recuperación; la reforma de la política energética europea; y de la llamada ‘la excepción ibérica’ para abaratar el precio de la electricidad.
O sea, cuidado con este aprendiz de Metternich porque todavía la puede liar si impulsa el ‘alto el fuego’ en Ucrania, como seguramente lo intentará.