En este país las noticias se suceden a gran velocidad. El Rey ya está bien, gracias a Dios y a la Seguridad Social; el ataque a los mercados españoles por parte de los lobos de la especulación parece, de momento, aparcado; el PSOE y el PP están prácticamente empatados en intención de voto según el CIS; Garzón se quiere escapar de la Audiencia Nacional con viento fresco de Levante al Tribunal Internacional de la Haya pero el tribunal Supremo le ha cortado la retirada abriendo juicio contra el; Zapatero ha rectificado su política económica y reducirá el déficit por presiones de la UE anunciando un gran hachazo al coste social; y Rajoy tenía hoy un ojo puesto en el debate parlamentario sobre la rectificación planetaria de Zapatero y el otro en el Tribunal Supremo donde cuatro hombres justos, los magistrados Juan Saavedra, Julián Sánchez Melgar, Perfecto Andrés Ibáñez y Miguel Colmenero, han decidido sentar de nuevo en el banquillo a Francisco Camps aceptando el recurso interpuesto por la fiscalía y por el PSPV-PSOE contra el archivo de la causa que, sobre Francisco Camps y varios de sus colaboradores, fue decidido por el Tribunal Superior de Valencia.
El PP y Rajoy se juega mucho en este envite porque el Supremo ha reabiarto la causa contra Camps y sus compañeros de partido y de gobierno valenciano, Costa, Campos y Betoret, por un presunto cohecho propio o impropio sobre regalos de trajes y otras zarandajas recibidos de la banda “gurteliana” de “El Bigotes”, así como por posibles delitos de financiación ilegal deterctados por la Hacienda pública. De manera que a Camps y a Rajoy se le han caído los palos del sombrajo y el PP volverá a subirse al inagotable tobogán de la corrupción. Y entonces Rajoy deberá, finalmente cargarse a Camps, adoptando las medidas pertinentes que no adoptó en su día contra Camps y que debió haber impuesto una vez que el cúmulo de datos revelaron que algo huele a podrido en Valencia. Ya llegó tarde Rajoy a lo de Bárcenas y otros artistas del PP implicados en Gürtel, y ha llegado tarde a lo de Camps porque la decisión del Supremo a favor de la reapertura del juicio contra Camps, no le deja mas salida a Rajoy que leerle al político valenciano eso que se dice al final de los cuentos: “colorín colorado, este cuento se ha acabado”.
En los altos despachos de Génova existía ayer un cierto optimismo porque confiaban sin fundamento que el Supremo volverá a archivar o a meter en el armario los apolillados trajes de Camps. Pero otras fuentes aseguraban que la Justicia es ciega y que con su afilada espada podría dar un tajo salomónico cortando la retirada de Garzón –que hace mutis hacia Holanda- como ha hecho el juez Varela abriendo juicio contra él y haciéndole a Camps un nuevo traje para que vuelva a sentarse en el banquillo del Tribunal valenciano como acaba de ocurrir.
El Supremo ha empitonado a Camps y el presidente valenciano deberá ser sustituido del cargo y de la cabeza del cartel del PP en esa Comunidad a la que posiblemente quiera regresar Zaplana, a pesar de su dorado retiro (“pisazo” frente al Retiro, que ya lo quisiera su amigo Bono para sí), porque están sus promotores de El Mundo suspirando por la caída de Camps para recolocar a Zaplana, y sus amigotes de Madrid -Pedro Pérez, el ratón Pérez, el del aeropuerto del Alamo y Leopoldo Urdaiz, el que suena en Gürtel, el de los productores, San José, Aguirre al aparato, el marido de quien te conté, el dueño del chalé de los 12 kilos y husmeador y “malmetedor” en casa ajena- haciendo lobby en su favor. Y que se cuide muy mucho Esteban González Pons de sus charlas con Pérez porque luego este roedor va diciendo por ahí a sus muchas terminales que el portavoz del PP “pone a parir a Rajoy”. Pons, que se siente un poco marginado como portavoz del PP porque todas las fotos se las lleva a La Mancha Cospedal, podría suceder a Camps en Valencia. Sobre todo si Rita Barberá, que es la candidata por antonomasia, no acepta el relevo, de ahí que a Pons lo cortejen estos pájaros que suelen montar sus nidos y poner sus huevos de influencia a la sombra del poder.
El previsible cese de Camps en la presidencia valenciana y en la jefatura del PP en esa Comunidad puede poner en el PP patas arriba todas las fichas del puzle del poder de este partido político y no sólo entraría en juego Valencia sino puede que también Madrid -el Ayuntamiento y la Comunidad-, Asturias, Castilla La Mancha, la Secretaría General y la lista de Madrid al Congreso de los Diputados. Un trabajo hercúleo de movilidad que Rajoy había dejado para el verano a la espera de que Zapatero cambie su gobierno antes de moverse él y que a lo mejor debería de adelantar.
Naturalmente si se lo permite su “gurú”, el mago Pedro Arriola, que es el teórico del proverbial inmovilismo del PP y que está de capa caída por la última encuesta del CIS que convirtió en chaparrón sobre el PP la lluvia fina que caía sobre las espaldas de Zapatero. En fin otro día de gloria para los jueces españoles del Supremo, como los que disfrutan, algunos magistrados de la Audiencia Nacional por el anuncio de juicio contra el juez Garzón y no digamos los magistrados del Tribunal Constitucional que esperando estarán al tal Montilla a puerta gayola, un lance torero que aprendieron en la Maestranza de Sevilla en una tarde de toros que nunca olvidarán.