Estamos a punto de asistir al parto de los montes, o al nombramiento del ministro de Trabajo tras la espantada de Celestino Corbacho que regresa a Cataluña para sumarse a las listas electorales autonómicas de ese “superhombre” del que han disfrazado a José Montilla las juventudes socialistas catalanas del PSC, para ver si consigue volar y recuperar algo de apoyo perdido entre el electorado catalán de aquí a los comicios autonómicos del 28 de noviembre.
Si el presidente cumple lo prometido el nombre del nuevo ministro o ministra se va a conocer en las próximas horas, y no irá acompañado de otros relevos ministeriales a pesar de que el conjunto del gobierno de Zapatero está abrasado y necesitado de una remodelación a fondo y urgente, como lo reclaman una gran mayoría de ciudadanos en las encuestas, los medios de comunicación y numerosos dirigentes del PSOE.
Pero Zapatero quiere resistir hasta el final, o esperar a recibir el varapalo de Cataluña y aprobar los Presupuestos de 2011 con este gobierno que llenará de dinero y regalos de transferencias a los jefes del PNV, como ya está anunciado y parece imparable, de ahí que la teoría del relevo del solo ministro de Trabajo tenga por ello su explicación.
Como también su propia y sorprendente historia porque en las actuales circunstancias sorprende que alguien quiera ser ministro en el que se presume que será el último y derrotado gobierno de Zapatero, a la vista de lo que dicen las encuestas electorales. Y lo que es peor, alguien que quiera ser ministro de Trabajo para alcanzar el que parece imparable record español del paro con cinco millones de desempleados, a la vez que se va a abrir la reforma del sistema de pensiones y que se anuncian nuevas movilizaciones y protestas sociales.
Pues bien, a pesar de todo ello y, como decía el torero cordobés el Guerra, o Guerrita, “hay gente pa tó”. Y todo apunta a que hay varios candidatos al ministerio de Trabajo, empezando por el eurodiputado Ramón Jaúregui que se ha ofrecido y ha dicho que está preparado para asumir el reto. Luego han circulado otros nombres como el del propio Manuel Cháves que podría asumir el ministerio -del que fue titular con Felipe González- en su vicepresidencia tercera, o pasárselo a su colaborador Gaspar Zarrías, etcétera.
En tiempos de la dictadura del general Franco se le atributó al ideólogo Fanjul la frase de que quería ser ministro “aunque sea de Marina”. Ahora en esta partitocracia que nos invade la pasión por ser ministro sigue viva, aunque sea para integrarse en el que se considera el peor gobierno de la Transición y posiblemente uno de los peores de la historia de España. Aunque en realidad le pelea política en las filas del PSOE no es por el ministerio de Trabajo para un periodo de poco más de un año, si es que el gobierno no cae antes.
La batalla está centrada en la caza del sillón del presidente Zapatero que es, en definitiva, el que debería cesar asumiendo así su responsabilidad política en esta grave crisis económica y social donde siguen pasando cosas asombrosas como el hecho de que haya candidatos al ministerio de trabajo, o que Gallardón se gaste dinero en unos globitos en Nueva York mientras pide a Zapatero que permita renegociar deuda del ayuntamiento, o que el presidente de la CEOE, Díaz Ferrand, ofrezca como remedio a la crisis más trabajo y menos sueldo, cuando todo el mundo sabe que sus empresas aún tienen muchos sueldos por pagar. Verdaderamente “hay gente pa to”, menos para dimitir o para pactar un gran acuerdo nacional.