La Reina Roja

La Reina sola, la Reina roja, la Reina ante los micrófonos de la televisión, la Reina en el palco, la Reina en los vestuarios de la Selección. Doña Sofía ha dado toda una lección de responsabilidad institucional, acompañando a la Selección española de fútbol en el trance más difícil del mundial de Sudáfrica y lo ha hecho desde una extraña soledad. Y siempre en sus palabras y felicitaciones poniendo por delante a la persona del Rey, a los Príncipes de Asturias, a las infantas y a los nietos (todos ausentes), alguno de los cuales, por ejemplo Froilán, podía haber acompañado a la Señora en tan largo viaje y difícil trance de esa jornada tan crucial frente al poderoso equipo de Alemania, la final adelantada que decían los entendidos en la cosa del balón.

Bien por doña Sofía, de rojo selección y bufanda gualda, en su majestuosa soledad (como en el día aquel del Liceo), que ahora, una vez pasado el susto teutón, se verá acompañada por los que al calor de la posible victorial final irán a hacerse la foto del triunfo, a sabiendas que gane o pierda España todo irá bien porque la presencia en la final del domingo de la Selección es de por sí un triunfo nacional. Es verdad que la soledad de doña Sofía en tan difícil cita fue ampliamente compensada por la victoria de la Selección y el protagonismo de la soberana hasta dentro del mismísimo vestuario donde el goleador de la noche, Puyol, la saludó azorado y con la toalla anudada a la cintura.

Y decimos ¿no había una infanta o un ministro del Gobierno para acompañar a doña Sofía –el Rey aún está convaleciente para tan largo viaje- en una jornada de tanta y tal anta intensidad deportiva y nacional?  Si el ministro Sebastián dice que si España gana el mundial ello ayudará a recuperar la confianza económica en nuestro país –y algo de razón lleva- ¿por qué no fue el ministro acompañando a la Reina? O, mejor, el propio presidente del Gobierno, Zapatero, que es el ministro de Deportes y se podría haber arriesgado como lo hizo la Merkel en un partido difícil y crucial. Pero no, nadie de este Gobierno hizo lo que tenía que hacer.

Y ¿qué va a pasar ahora ante la histórica final? Pues veremos, pero que se cuide mucho Zapatero porque si va y gana España robará fotos y pretenderá llevarse el triunfo como si hubiera jugado él. Pero sí va y pierde España a Zapatero lo señalarán como el gafe nacional y, en ese caso, todo se acabó para él. Puede que el Gobierno flete un avión e invite, junto a Zapatero, a los líderes parlamentarios de la oposición, con lo que los nacionalistas quedarán en evidencia y Rajoy, que es alérgico a los altos vuelos, puede quedar en pésima situación si rechaza la invitación. ¿Y los Príncipes –que ya asistieron a un partido- volverán a Sudáfrica para asistir a la final? Pronto se sabrá.

Quien allí está y por supuesto se queda es la “Reina roja” con su prestancia y ejemplar soledad. Y añadimos ¿por qué no la acompañó la vicepresidenta De la Vega que es tan aficionada a sus viajes africanos de bailes y caridad? O la ministra de Defensa, Chacón, por más que los del PSC le critiquen el gesto de apoyar la bandera nacional y de no ir junto a la señera en la manifestación del día 10 contra el Tribunal Constitucional. ¿Y la ministra de Cultura, la señora Sinde que debería saber que el deporte también forma parte de la Cultura? O el vicepresidente tercero del Gobierno, Chaves, que no tiene nada mejor que hacer.

De la soledad de la Reina en Durban se puede escribir mucho, y criticar a parte de la familia real –especialmente a las infantas, por no acompañar a su madre-, mientras en la boda Sueca que no era del interés de España iban todos (salvo el Rey) y allí no faltó nadie. Pero la ausencia del Gobierno es peor y no tiene excusa, es una falta de respeto y una cobardía porque se temían lo peor frente al equipo alemán. Lo de la final ya no tiene mérito y habrá tortas por el palco, por largo que sea el viaje, pero en Durban solo estuvo al pie del cañón la “Reina roja”, y menos mal.