La hora del Big Ben

A Marcello le encanta pasear por Londres y correr por Hide Park, tomar el té a las cinco y ver el cambio de la guardia real dragonera en las puertas de Buckingham Palace donde la reina Isabel II ve pasar los años y los siglos, como si nada fuera con ella, mientras el príncipe Carlos se nos hace viejo y nadie da un penique por él. Convencidos como están los expertos en realezas que la reina si tiene que abdicar lo hará en su nieto, porque su hijo no ha dado pruebas de sensatez y lo de Camila como reina consorte nadie lo ve. A Marcello le encanta Inglaterra porque ese sí que es un país serio donde los políticos debaten en televisión a gran velocidad, saben de lo que hablan y además suelen decir la verdad. No como en España donde tenemos un presidente que no dice una sola verdad, y un líder de la oposición fantasmal que habla poco y cuando lo hace no hay quien le entienda. ¿Qué es eso de que se acabó el tiempo del tiempo? Rajoy lo sabrá. Pero a los que se les está acabando el tiempo son a Pepe Bono, el millonario del PSOE, y a Paco Camps, el valenciano de la sastrería nacional. En fin ¿qué pasará hoy en las elecciones británicas?

A las siete en punto de la tarde, cuando el Big Ben del palacio del Westminter toque la séptima campanada se cerrarán los colegios electorales británicos y la suerte, o la desgracia, de los tres grandes partidos políticos ingleses y de sus respectivos líderes estará echada. Sólo a partir de entonces sabremos quién ocupará el número 10 de Downing Street. Si Gordon Brown tendrá que hacer sus maletas y dejarle el sitio al conservador David Cameron, o si incluso se producirá la gran sorpresa y el joven y rompedor Nick Clegg, líder de los liberales demócratas, romperá la tradición bipartidista y se colará por la gatera del poder tras su espectacular campaña electoral que pilló desprevenidos a los dos grandes, siguiendo la estela y las maneras de Barak Obama, aunque sabido es que Amércia es América, y que Inglaterra es otro país donde la tradición y el gusto por conservar su peculiar estilo suele dejar poco sitio a la innovación.

Las últimas encuestas electorales mantienen en vilo a los contendientes y en el limbo a los analistas porque sabido es que el sistema electoral británico es muy peculiar, porque hay dos competiciones en juego: la de los votos y la de los escaños. De manera que, por ejemplo, se podría dar el caso de que los laboristas pierdan en votos y ganen en escaños, e incluso que gobiernen en coalición con los liberales demócratas si el tercer partido rompiera la barrera de su techo particular, dando la sorpresa. Cabría, también, la posibilidad de que los de Clegg fueran más votados que los laboristas y que, con menos escaños, exigieran el cargo de primer ministro para Clegg, lo que sería una revolución que rompería con 65 años de bipartidismo.

En todo caso, anoche se decía en Londres que había un 40 por 100 de votantes indecisos, que cualquier cosa podría pasar y que las encuestas no son de fiar, como hace ya muchos años lo avisó Wiston Churchill cuando declaró: “sólo me fío de las estadísticas que yo manipulo”.  

Hay mucho en juego en Gran Bretaña –y también en Europa y en Estados Unidos- con estas elecciones. Y el que más se juega es el joven y batallador David Cameron que esta mañana va a lanzar un costoso y masivo “spot” televisivo pidiendo a los ingleses que le den su oportunidad tras 13 años de gobiernos laboristas, en plena crisis económica y cuando todavía resuenan en el aire de Londres las viejas mentiras de Tony Blair sobre la guerra de Irak. Por cierto, si pierde Brown los tres de las Azores, Bush, Aznar y Blair, habrá pagado un alto precio en sus partidos y en sus derrotados sucesores, McCain, Rajoy y Brown, respectivamente, por aquella infame y mentirosa guerra de Irak.

Cameron no lo tiene fácil, aunque figura el primero en los sondeos pero a sabiendas de que la victoria en votos no le garantiza mayoría de los escaños en la Cámara de los Comunes donde, si gana, va a marcar distancias con la Unión Europea y un regreso al regazo de Washington del que Clegg dijo en la campaña que hay que liberarse de una vez por todas. Lo que parecería un caso asombroso de supervivencia política sería una victoria de Gordon Brown en escaños, o en coalición con Clegg, después de la mala herencia que recibió de Blair, de sus malos modales, y de la crisis que le ha tocado administrar. En las casas de apuestas de Londres, Brown se cotiza poco y el favorito es el candidato conservador.

Pero nada está escrito sino que más bien todo está por escribir cuando se abran las urnas y se anuncien los primeros resultados. Quizás todo se sepa cuando el Big Ben dé las campanadas de las diez. La hora de los míticos informativos de la BBC, que ya los quisiéramos para España, y para cualquiera de nuestros canales de televisión que, a esa misma hora o a cualquier otra, estarán despellejando a alguien o hablando de si la Pantoja entrará o no en prisión. ¡Vaya por Dios!