El PSG se ha vuelto a estrellar en la Champions League y esta vez frente al Bayern (3-0) y en los octavos de final, después de perder en los dos partidos de Paris (0-1) y de Múnich (2-0) y de exhibir un pésimo juego y mal estado de forma frente a un rival muy superior en la defensa y en el ataque.
Y con un Kilian Mbappé casi desaparecido porque no le llegaban balones y un Leo Messi perdido en el campo que no aprovechó las dos oportunidades que tuvo, en falta al borde del área contraria y luego ante las narices del portero alemán.
Neymar está lesionado hasta final de temporada, Verratti fue el mejor del equipo Galo y Ramos hizo lo que pudo y a punto estuvo de marcar con un cabezazo, ‘marca de la casa’, que rozó en un saque de esquina la cepa del palo izquierdo teutón.
Y ahora a ver qué pasa con este equipo y su enésimo entrenador una vez que el patrón y dueño del PSC, el jeque Nasser Al-Khelaïfi, ha fracasado por enésima vez en la Champions League. Y después de haber invertido la cifra de 1.500 millones de euros en la compra de jugadores, y casi 40 solo para el pago de los despidos de los entrenadores.
Lo que demuestra que las Copas de Europa no se pueden comprar sino que hay que ganarlas con un equipo cohesionado, audaz y comprometido. Tal y como lo demostró el Real Madrid en la heroica conquista de su catorceava Copa de Europa en la pasada temporada.
Un Real Madrid al que renunció Mbappé a pesar de haber dicho que fue el equipo de los sueños de su infancia. Y renunció por dinero y por presiones políticas y familiares, rompiendo sus compromisos verbales con Florentino Pérez por lo que cabe imaginar que el francés esté arrepentido. Y puede que ahora más decidido que nunca a abandonar el PSG en los próximos años, aunque no sabemos (y el tampoco) hacia donde.
Mientras tanto el Real Madrid está en vías de superar los octavos de la Champions League la próxima semana frente al Liverpool tras conseguir en Anfield una abultada victoria (2-5) que ahora deberá de completar en el Bernabéu.
Un Madrid con un apretado calendario que ya ha puesto su prioridad en la Copa de Europa, su torneo talismán, que sigue sin hacer grandes fichajes para su ataque, pero que en los partidos decisivos muestra su garra y su cohesión del equipo y excelente calidad, empezando por Carlo Ancelotti, su mágico entrenador.
Una cohesión y compromiso de equipo que nunca tuvo el PSG. Un equipo convertido, a golpe de talonario del jeque, en una constelación de estrellas (Neymar, Messi, Verratti, Ramos, Mbappé, Donnarumma, etc), todas ellas empeñadas en brillar para su lucimiento personal, pero no en actuar como equipo que es lo esencial que tiene que tener un gran club de fútbol para triunfar.