El empeño de Vox en firmar con el PP los pactos de Gobierno en Valencia y Extremadura tras las elecciones autonómicas del 28-M (en plena campaña electoral los comicios generales del 23-J) fue causa esencial -admitida por Feijóo- de que Vox sufriera un severo castigo electoral para bajar de los 52 escaños que tenía a los 33, lo que impidió que PP y Vox pudieran gobernar.
Un grave error político y estratégico de Vox al que se sumó la desastrosa actuación de Abascal en el último debate electoral de TVE (al que no quiso ir Feijóo), donde Sánchez y Díaz arrasaron al líder de Vox.
Lo que, en definitiva, le permite ahora a Sánchez renovar la presidencia del Gobierno con la ayuda del separatismo catalán y la Ley de amnistía y puede que también, y mal que les pese, con la ayuda de Abascal.
Pero lejos de entrar en razón y de adaptarse a las nuevas circunstancias, el líder de Vox sigue con su actitud errática y enloquecida. Hasta presentar una querella contra Sánchez en el Tribunal Supremo pidiendo la suspensión, de manera cautelar, de la sesión de investidura de Sánchez, lo que el Supremo, de acuerdo con la Ley, rechazó y no consintió.
Y ahora Abascal pretende, después de una pintoresca moción de censura con Tamames, convocar una imposible y a buen seguro fracasada huelga general. Y también pretende que el PP bloquee en el Senado la Ley de amnistía saltándose la legalidad.
Y todo ello con la amenaza a Feijóo de romper los pactos de gobierno que Vox mantiene con el PP en varias Comunidades Autónomas y en numerosos ayuntamientos.
El problema de Abascal, que además sufre una crisis interna y de cohesión en su partido, es que está en juego la propia existencia de Vox. Y por ello necesitan subir el tono (llegando hasta comparar a Sánchez con Hitler), aumentando sus disparates y haciendo mucho ruido aprovechando la muy grave crisis política e institucional española.
Pero si continúan con la bronca y, como les ha pasado en las elecciones del 23-J, Vox seguirá perdiendo votos y diputados y el PP crecerá a su costa y en pos de una oposición democrática y racional. Al final da la impresión, con todo esto, que Abascal necesita a Sánchez para salvar a Vox y continuar. Aunque no por mucho tiempo si siguen como van.