Las pensiones merecen unos “numéricos”

Las pensiones merecen unos “numéricos”

EFEPensionistas en Madrid.

Un veterano y experimentado maestro de contabilidad decía que donde no hay cuentas todo son cuentos. Decía verdad. Las cuentas son aburridas, incómodas, a veces frustrantes… pero cuando se dan de lado, antes o después, pasan cosas malas. Con las pensiones las cuentas son importantes, formularlas bien, explicarlas y tener en cuenta que son dinámicas. Estos días escuchamos la enorme satisfacción del gobierno porque tras arduas negociaciones, a altas horas de la noche, ha logrado acordar consigo mismo una reforma histórica del sistema de pensiones que garantiza su sostenibilidad y futuro. Solo queda decir amén.

La vicepresidenta segunda es de las más enfáticas; alfa y omega de la reforma; al tiempo que señala que la oposición estará en contra porque no aprecia a los pensionistas. Todo ello sin un número, sin una explicación más allá del populismo que se gasta en estos tiempos.

Pudiera ser que esta reforma acordada por el gobierno que se concretará en una disposición legal que se debatirá en el Parlamento sea la mejor de las posibles; que es lo que cabe esperar en vísperas electorales para un asunto tan sensible como el de las pensiones que afecta a toda la población, a los diez millones de pensionistas, a los veinte millones de cotizantes y al resto de ciudadanos que no son ni una cosa ni la otra pero lo van a ser en un futuro. En resumen, un asunto de todos, que interesa a todos y que por eso mismo conviene abortar con amplio consenso.

Ya señalé ayer los dos parámetros que enmarcan y sostienen el sistema: demografía y crecimiento. Y ambos aportan datos concluyentes que admiten pocos matices. Datos que son notorios y conocidos a poco interés que se tenga en obtenerlos. No hace falta ser actuario, ni economista… basta con aplicar sentido común y aritmética.

Lo que esta reforma propone afecta a las prestaciones en cuanto incluye nuevos parámetros para fijar la base de cómputo. Elegir entre los últimos 25 años de cotización o entre los 29 descartando dos de ellos, los que menos sumen. Eso va en favor del futuro pensionista de manera que supondrá mayor gasto futuro. Además, las medidas incluyen subida de las pensiones mínimas y algunas mejoras en la cobertura de lagunas de cotizaciones por la “brecha de género”. Poco que objetar a todo ello ya que supone mejoras para el ciudadano. También supone más gasto y no estaría mal conocer los “numéricos” de esas mejores ya que una cosa es prometer (el papel y la palabra lo aguantan todo) y otra cosa es cumplir, paga mes tras mes hasta la escena final. Esos “numéricos” tendrá que sumar a los a conocidos por el déficit crónico del sistema que es deficitario (hay datos) desde hace diez años.

Los otros “numéricos” son los del otro lado del balance, los aumentos de cotizaciones que también pueden concretarse con proyecciones razonables en base a la información disponible. Básicamente son tres incrementos de ingresos que suponen restar del salario bruto o coste empresa de cada trabajador. Son salarios diferidos.

En primer término, se produce el llamado “destope” que lo es solo en parte ya que no supone cotizar por salarios reales sino seguir con el tope máximo ahora recrecido a razón de un 1,2% al año hasta el 2050; desde los 54.000€/año de hoy hasta 75.000 en año 2050. Un incremento que convivirá con un aumento de la pensión máxima del 0,115%; de los 43.000€ actuales a 44.500 el año 2050. Un rasgo más de la progresividad del sistema. Cuánto recaudará y compensará de déficit esa medida. Será bueno que nos lo expliquen con detalle los “numéricos”. Algún estudio apunta que serán unos 1.700 millones.

Además, la reforma incorpora una cota del 1,2% (llamada de solidaridad) que se aplicará a las rentas salariales por encima de la nueva base máxima. Algunos cálculos apuntan que afectará a unos 400.000 asalariados y que puede aportar del orden de 1.500 millones adicionales.

Finalmente la reforma duplica la aportación al llamado MEI (Mecanismo de Equidad Intergeneracional) creado recientemente a modo de hucha para abordar el impacto futuro de las jubilaciones de los babyboomers. Si el primer MEI estaba dotado con un 0,6% adicional, ahora de duplica y se amplia el plazo de vigencia hasta el 2050. Pueden ser otros 5.000 millones de ingresos.

La estimación de los “numéricos” apunta a que lo que suma no alcanza a los que resta, además del déficit crónico. De manera que puede ser la reforma posible antes de unas elecciones, pero no será la última ni la suficiente para cuadrar las cuentas. Salvo que alguien aporte unos “numéricos” convincentes. Mientras tanto se pueden seguir dando patadas al pelotón porque hay financiación disponible y estamos en Europa que casi siempre ha sido generosa y tolerante con estas cosas del dinero.

Sobre el autor de esta publicación

Fernando González Urbaneja

Nacido en Burgos en 1950, licenciado en Ciencias Políticas y titulado en Periodismo.

Desde 1999 hasta el año 2006 profesor asociado del departamento de Historia Económica en la Universidad Carlos III.

En la actualidad es colaborador habitual de los diarios ABC y otras publicaciones. Desde noviembre de 2003 a diciembre de 2011 preside la Asociación de la Prensa de Madrid y desde abril del 2004 hasta septiembre de 2008 Presidente de la Federación de Periodistas de España (FAPE).

Autor de los libros “Rumasa” (Planeta, 1983); “Banca y poder, la pasión por ser banquero” (Espasa Calpe, 1993); “Ética en la empresa informativa” en “Ética y empresa, visión multidisciplinar”, (Fundación Argentaria-Visor, 1997).

El Gobierno le designó en mayo de 2004 como miembro del comité de expertos para la reforma de los medios de comunicación de titularidad del Estado.

Actualmente es Decano del Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual Facultad de Ciencias de la Comunicación Universidad Antonio de Nebrija.