Se ve más si se sabe nombrar.
Y hoy quiero dejar aquí, por escrito, las palabras esenciales del otoño.
A mi modo de ver, claro.
Para empezar: montanera:
f. Tiempo que coincide con la maduración y la caída de las bellotas en la dehesa. Según las comarcas, abarca de octubre a enero.
Ya están, de todos modos, las bellotas cayendo al suelo, despegándose incluso de su cascabillo, que es la cúpula de la bellota y que recibe también las denominaciones de cascabullo, cascabito y coronilla, entre otras.
A mí siempre me llamaron la atención estas cúpulas de las bellotas, tan bien hechas, como talladas en madera, y que reciben nombres distintos porque la mirada humana genera denominaciones diferentes, según el lugar donde se ha mirado; y así encontramos, además de las mencionadas, el nombre de boina en el dicho: “Eres más de pueblo que las bellotas, que nacen con boina”.
También se le llama a esta boina leñosa cascarilla y, en Extremadura, mangurria o mangurrio.
En el caso de la nuez, ese fruto que parece llevar desde el principio la vejez por dentro, su envoltura, que mancha las manos de negro, se llama ruezno.
ruezno:
m. Envoltura de la nuez, primero verde, y luego, en su madurez, negra como la tinta. A la nuez con su cáscara verde se le llama carolo o caurel.
En Burgohondo, en Ávila, me cuentan que a esa envoltura le llaman perote, y, en Asturias, peiro.
Aunque ningún nombre más bonito que el que recibe la castaña que hay en medio de las tres que suelen albergar los erizos o zurrones del castaño: reino.
Así como el verbo debullar, bullar o desbullar.
desbullar:
Quitar la cáscara a las castañas asadas.
También se utiliza debullar para el desgranar de los guisantes, o de las mazorcas de maíz.
Carolo, se llaman los corazones alargados de las mazorcas que se dejan en montones al sol y después se guardan, porque sirven como las piñas para encender el fuego.
Son algunas de las cosas que yo siempre he visto por aquí y ahora me doy cuenta de que son extraordinarias.
Los carolos al sol, en montones rojizos, algo anaranjados, ese color que deja el grano de maíz en el corazón de su mazorca.
Además de carolo, recibe otros muchos nombres bonitos este corazón de la mazorca desgranada, como zuro, corozo y carozo.
Rastrojear es lo que harán las bandadas de fringílidos cuando se hayan recolectado todas las mazorcas y vengan los pájaros a comer los granos caídos.
También aparecerán las grullas como si oyeran caer las bellotas de las encinas a comerlas del suelo, con su gruir por el cielo, aunque más bien trompetean con su tráquea retorcida, o guarrapean.
guarrapear:
Dicho de las grullas y de las ranas: emitir un sonido ronco.
“(…) un año y otro, cuando las grullas/
bajo los nubarrones guarrapeaban?”
Extremadura
(Poema)
Del otoño, casi todas las palabras son muy bonitas, porque la palabra también es una fruta, la maduración del pensamiento.
Y así encontramos la quitameriendas de Unamuno:
quitameriendas:
m. Planta tuberobulbosa que aparece a principios del otoño, o antes, si llueve.
“(…) flor de los campos ceñudos
flor de las eras batidas
ay aquel quitameriendas
de mi tierra salmantina”
Y también la berrea, si llueve, el periodo de celo de nuestro ciervo mediterráneo ibérico, esa tormenta de voces que parecen las únicas del mundo, con las que el monte enmudece, tras cada bramido.
Yo también me callo, como la flor, la planta o el fruto tardío, que no se da hasta que llega el otoño, por lo cual se le llama serondo.
“No sé si estás lejos o cerca; no sé si, en la vida, prefieres los frutos tempranos a los serondos”
Azorín
“De Valera a Miró” (1959)