Un buen amigo, Julio, que, como se dice, fue muy ‘buen cocinero antes que fraile’ y que ya jubilado vive en su gloriosa tierra de Galicia no se sorprende de los últimos disparates del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a quien llama ‘el curiña’. Y pregunta: ‘¿pero no conocíais al ‘curiña’?’. Pues no, y en el PP nacional tampoco y van de sorpresa en sorpresa
Lo de ‘el curiña’ es al parecer en un mote confesional y hasta ‘cariñoso’ con el que muchos paisanos llaman en Galicia al ex presidente de la Xunta, y hoy líder del PP y de la oposición, Feijóo, y que le va que ni pintado, aunque no lleve un alzacuellos.
¡Aleluya! y ¡viva ‘el curiña’ Feijóo! como diría la predicadora evangelista Yadira Maestre en el último mitin del PP contra la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo, y los autócratas que en ella estaban en la compañía del Rey Felipe VI y del Presidente Sánchez.
Y olvidando ‘el curiña’ Feijóo, ¡Aleluya! su vista al autócrata Raúl Castro en La Habana en diciembre de 2013. Siguiendo el curiña’ la estela de Fraga, y de otros gobernantes españoles de la Transición. Y empezando por el gran presidente Adolfo Suárez que rompió el bloqueo político occidental contra la Cuba de Fidel Castro en 1978.
En la dirección PP están que no les llegan las camisas al cuello por culpa de la metedura de pata de ‘el curiña’ Feijóo y de toda la dirección nacional del PP. Y de Ayuso y Almeida que compartieron los disparates de su líder y que se quedaron boquiabiertos con el mitin de la curandera y predicadora de los evangelistas hispanos de Madrid, que todos ellos borraron de sus cuentas de internet.
Lo que, por otra parte, ha sentado a ‘cuerno quemado’ en el arzobispado de la capital y en la Conferencia Episcopal Española, al ver a los líderes del PP con la predicadora lanzando aleluyas a Feijóo, Almeida y Ayuso.
Nos quejamos de Sánchez, y con razón de sus disparates, alianzas y de sus mentiras, pompas y obras. Pero esto de Feijóo y de su equipo directivo es de traca y tampoco hay por donde cogerlo. Lo que lleva a una sensata y a la vez centrada mayoría de los españoles a una sensación de orfandad, ante la disyuntiva de la maldad del uno y de la idiotez del otro.
El uno que viaja a Pekín a ver a Xi Jinping para arreglar la guerra de Ucrania y ganarse premio Nobel de La Paz. Y el otro que regresa a su Galicia por las vacaciones de Semana Santa para disfrutar de un merecido descanso tras el cúmulo de esfuerzos fallidos que acaba de protagonizar. ¡Aleluya!