Tanto socialistas como populares conocen el amargo gusto de las coaliciones de gobierno. Solo un momento de felicidad, el comienzo con abrazos y gestos amables; luego todo es sufrimiento hasta otro momento feliz, cuando concluye. Para gobernar en coalición hay que tener amplias tragaderas, mucha resistencia y dotes para el cinismo y el postureo. Con el tiempo, como todo, se aprende, pero durante el proceso el sufrimiento es frecuente.
Aprendieron los políticos de los países del norte y centro de Europa con gobiernos de coalición desde hace décadas. Aprendieron que para una coalición afortunada hay que conocerse, discutir previamente el programa con detalle y saber aguantar. Con esa experiencia están habituados a la coalición y se manejan bien.
En España las coaliciones son recientes, las experimentaron pronto en Aragón (que avanza tendencia en España), también en Navarra. En Cataluña el tripartito fue un fracaso y la última coalición de indepes otro tanto. Con Pedro Sánchez al frente del PSOE la coalición ha sido necesaria y pasados cuatro años sabe gestionar eso que no le iba a dejar dormir.
En el caso del Partido Popular las coaliciones con Ciudadanos salieron entre mal (Murcia) y regular (Andalucía); y peor que mal en Castilla León tanto con Ciudadanos como con VOX. Han aguantado el acuerdo en Madrid con Almeida y Villacís como protagonistas que se han soportado y han sabido disimular.
El gobierno de España se sustenta en una doble coalición: primero la de los socialistas con Unidos Podemos (que a su vez es una coalición de más de media docena de partidos distintos) y la parlamentaria con otra media docena de grupos parlamentarios que ceden su voto a cambio de una compensación. La experiencia resulta satisfactoria y rentable para los protagonistas y no está tan claro que lo sea para sus electores.
Estos días el Partido Popular está conociendo la fase amarga de su pacto de gobierno con VOX. Les han metido un gol por la escuadra y no aciertan a salir del embrollo que tiene efectos nacionales y compromete a Feijóo. Más aun avanza lo que puede ser una coalición PP-VOX, que parece inevitable, si llegan a sumar mayoría de investidura.
Todos están aprendiendo las ventajas y los inconvenientes a modo de ensayo general para que ocurra en mayo y diciembre cuando los votantes definan en nuevo tablero político y parlamentario.