La aprobación por el Senado de la Ley de vivienda es un fiel espejo en el que contemplar las insolvencias e incongruencias en las que se mueve en España la política.
El autodenominado Gobierno progresista es la coalición de un partido, el PSOE, que ha mutado ser referencia constitucional por un modelo neoperonista en el que uno, Sánchez hace de Perón y otra, Yolanda Díaz, de Evita. Un papel, el de la representante de los descamisados, renombrados como los vulnerables, en el que Yolanda Díaz ha obtenido el papel en el casting final del Consejo de Ministros, imponiéndose a Ione Belarra e Irene Montero que no han llegado a la última prueba en la que decidía, como en todas, el dedo presidencial.
El proyecto de ley aprobado que ha volteado, sin el menor pudor, la distribución constitucional de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, coloca en su frontispicio una relación de definiciones entre las que la más expresiva es el término sinhogarismo.
Con este palabro se expresa en la Ley la circunstancia vital que afecta a una persona, familia o unidad de convivencia que no puede acceder de manera sostenida a una vivienda digna y adecuada en un entorno comunitario y aboca a las personas, familias o unidades de convivencia que lo sufren a residir en la vía publica u otros espacios públicos inadecuados, o residir en una vivienda inadecuada, temporal o no, inapropiada o masificada, en una vivienda insegura, sin titulo legal, o con notificación de abandono de la misma, o viviendo bajo amenaza de violencia.
La traducción del término inglés homeelessness, hoy incluido como sinhogarismo en el observatorio de la RAE, dedicado a recoger palabras o neologismos que no están incorporadas al diccionario pero que ofrecen dudas, lo que expresa con el sufijo de sustantivo ismo, es una doctrina, escuela o movimiento que impregna la ley.
Sánchez que se atribuye el mérito de la primera ley que regula el derecho a la vivienda en España, lo que es incierto, Cataluña aprobó en el 2007 una Ley del derecho a la vivienda, ha utilizado su texto para que el Gobierno abriera la campaña electoral y se aligerará de las piedras del camino de la ley del sí es sí y del conseguidor, con despacho en la Carrera de San Jerónimo, Tito Berni.
La regulación aprobada es el corolario de la estrategia de acción y comunicación seguida por La Moncloa en toda la legislatura que parte de tres simples principios:
España es un país divido entre los poderos y los vulnerables. Los primeros son los empresarios, especialmente los bancos y banqueros y los que se oponen al gobierno. Los otros son los nuestros a los que defendemos desde el Consejo de ministros.
El PP que es el neoliberalismo depredador de los vulnerables, representa y defiende a los poderosos. Para ello se apoyan en VOX que es la ultraderecha franquista. Porque son lo mismo.
Y el tercer principio se asienta en el acuerdo de investidura de Sánchez con los independentistas, neocomunistas y la marca blanca de los etarras que demuestra la capacidad de diálogo del PSOE que incorpora a la acción gubernamental y hace suyas las políticas de estos grupos, como contraprestación a su apoyo para mantener el poder líder Sánchez. Porque todo es contingente al servicio de su liderazgo.
En este escenario el portavoz de economía del PP, Juan Bravo, reclamó un pacto de Estado por la vivienda frente al proyecto de ley que, una vez más, ha sido despreciado por Pedro Sánchez para quien los acuerdos con el PP son meras enmiendas técnicas, como dijo Patxi López en la reforma de la ley de sí Sánchez y sí Irene Montero.
¿Qué pacto es posible para reeditar la nueva PSV, política socialista de vivienda?