El autogol de Araujo puso la Liga hacia el Bernabéu porque la distancia se acortaba sensiblemente. El empate de Sergi Roberto favoreció más a su equipo que al Madrid porque se mantenía la diferencia de puntos. El tanto de Asensio, que fue anulado por fuera de juego, habría dado nuevas emociones a la Liga si hubiera llegado al marcador. El tanto de Kessié en el minuto 91, devolvió al Barça a su posición de privilegio y dejó al Madrid agarrado a la necesidad de ganar la Liga de Campeones. El clásico fue un gran partido por su intensidad. El Barça cuando manejó el balón con autoridad siempre fracasó en el área. Los ataques madridistas constantemente presagiaban el tanto. Los barcelonistas dada la ineficacia constante ponían en duda su continuidad al frente de la tabla. Ocurrió lo imprevisto cuando marcó Araujo y sucedió lo contrario cuando se presuponía que el Madrid estaba mostrando más poderío en el ataque. Y al final, el Barça, que sin Pedri y Dembelé no encuentra los caminos del gol, ni los pases para que Lewandowski recupere su condición goleadora, consiguió la victoria. De todas maneras pese a los doce puntos de ventaja los barcelonesitas aún tendrán que sufrir. Pero la remontada sería más que épica: milagrosa.
Xavi y Ancelotti prepararon el partido con meticulosidad. No debieron dejar un ápice de incertidumbre en el juego a desarrollar. Xavi volvió a contar con Balde pero en el lateral derecho colocó a Araujo para vigilar a Vinicius. Ancelotti, de nuevo, confió en Camavinga para el centro del campo con los clásicos Kroos y Modric y la ayuda del incansable Valverde. A Xavi le falló la alineación de Pedri que no se recuperó plenamente. Estaba en el pensamiento de ambos técnicos que sus guardametas eran seguros de vida. Cumplió espléndidamente Courtois que se tuvo que emplear con la garantía de siempre para evitar los goles azulgrana. Ter Stegen no tuvo tantos quebraderos, pero si encajó el primer gol de la noche en jugada en la que se le pudo declarar inocente porque el autor fue su compañero Araujo. El empate en el minuto 45, tras varios remates y el final de Sergi Roberto restableció la calma, pero fue consecuencia de la intensidad con que se disputó el partido desde el comienzo.
La presión del Madrid impedía que el Barcelona sacara el balón con claridad. Las llegadas madridistas tenían peligro y se podía intuir que podía llegar nuevo tanto. Las barcelonesitas más constantes, con más barullo en el área de Courtois carecían del remate certero y la defensa mejoraba ante los atacantes adversarios. El Barça con el marcador en contra no halló mejor solución que la de colgar balones al área conde Rudiger y Militao las ganaban casi todas.
El Madrid se cerró con tal eficacia que Lewandowski no encontró la ocasión propicia para batir a Courtois. Rhapinha movió el juego por su banda y anduvo cerca del tanto. Pero en los mejores momentos surgió la mano del guardameta madridista. En los cambios salió ganando el Barcelona porque Kessié logró el triunfo. Ambos entrenadores hicieron variaciones incluso tácticas, pero en el fútbol cuando menos los espera surge lo imprevisto. Pero el tanto de Araujo no fue suficiente.