La opción más democrática

Sánchez y Feijóo

EFEDebate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

Cuando han transcurrido 7 días desde el 23 de julio, fecha del día electoral, más allá de las preferencias ideológicas o políticas de cada uno y con la tranquilidad que aporta dejar pasar algún tiempo para analizar fríamente la realidad, se llega a algunas conclusiones que, debidamente ordenadas, nos muestran la política en España en 2023.

El primer dato refleja que este país está dividido en dos posiciones ideológicas, derecha e izquierda, como sucede en la mayoría de las democracias occidentales. Pero a diferencia de otros países, en los que la posición de cada formación es el resultado de su concepción económica y tributaria, mas libertad o mas igualdad, de la regulación de las formas sociales, mas conservadoras en la concepción familiar o reivindicativas de las nuevas vinculaciones y en la posición internacional, occidentalismontalismo frente a multilateralismo, en España la guerra civil se mantiene en el sedimento de los acuerdos y las posiciones de los partidos en los respectivos bloques.

Indudablemente sorprendente y es difícilmente explicable esta fascinación por la realidad de 1936, cuando hoy la generación mayoritaria en distribución quinquenal está en las mujeres y hombres entre 45 y 49 años y la población entre 80 y 84 años que vivieron la posguerra, solo representa el 2,67 por ciento de la población total.

Junto esta singularidad que ha revivido desde el Gobierno de Zapatero con su memoria histórica, cuya superación constituyó el objetivo de la transición, los partidos burgueses nacionalistas, PNV y los restos de CiU, Junts, posponen su ideología para situarse bajo el paraguas del nuevo socialismo que ha abdicado del pacto de la transición con el objetivo de buscar su nueva identidad. El socialismo del siglo veinte se ha diluido en el europeísmo, el atlantismo y el neoliberalismo tecnológico que hace saltar por los aires la vocación intervencionista y regulatoria.

Reuniendo el bipartidismo PP y UPN 138 escaños y el PSOE 121, suman 259 diputados que representan el setenta y cuatro por ciento del Congreso y cubre suficientemente las mayorías de tres quintos y dos tercios que exige el artículo 167 de la Constitución para una reforma constitucional. Única vía para llegar a un modelo federal o confederal que es al que aspira el sueño de los nacionalistas que no explican como pretenden quedarse con territorios de España que son resultado de la historia, del esfuerzo y el trabajo de españoles de todos los territorios de España.

Unos nacionalistas que no explican cuales son la causa de su insatisfacción por su capacidad de autogobierno, amplísima y ventajosa en relación a otros territorios, tanto en inversiones como en infraestructuras estatales.

El PP ha ganado las elecciones como se ganan las elecciones, en votos y en diputados. Y el PSOE de Pedro Sánchez ha quedado en segundo lugar en votos y solo ha obtenido un diputado más, gracias a lo siete escaños que ha ganado en Cataluña que han salvado los muebles de Ferraz. Votos trasvasados desde el independentismo de ERC y Junts que han perdido exactamente los mismos diputados.

Y así como Sánchez debió reconocer la misma noche electoral los resultados del ganador y felicitar a Alberto Núñez Feijóo, el PP debe felicitar a Salvador Illa y destacar que es un éxito del que nos alegramos todos los que creemos que lo mejor para España es la democracia constitucional de 1978 y que retrocedan los independentistas.

No cabe duda de que el apoyo que el PP dio al nuevo alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, fue una decisión acertada.

En estos días en los que se leen opiniones de todos los gustos, algunas realmente excéntricas, la solución mas democrática y mas realista es la convocatoria de unas nuevas elecciones, pactando el PP y el PSOE un calendario razonable y trasladando al Rey que ninguno de los dos líderes de los partidos mayoritarios, Feijóo y Sánchez, va a presentarse a la investidura. Este pacto del bipartidismo, en la mejor interpretación finalista y sistemática del artículo 172 texto Constitucional, facilitaría la nueva convocatoria sin tener que pasar por el absurdo de la frustración de sucesivas investiduras que solo van a servir para distanciar a los ciudadanos de la política.

Los partidos políticos no deben olvidar que hay un veintisiete por ciento de ciudadanos en edad de votar que no acuden nunca a votar.

Hay que reforzar la democracia. Y entre el procedimiento que nos ofrece el ministro Bolaños, conversaciones secretas sin transparencia de la que no conoceremos lo que queda debajo de la mesa y más democracia, no hay duda.

Que hablen y decidan los ciudadanos.

Sobre el autor de esta publicación

Ignacio del Río

Nacido en Madrid, el 4 de marzo de 1956.

Abogado y Registrador de la Propiedad. Ha sido asesor jurídico de los Grupos Parlamentarios del Congreso y del Senado del Partido Popular en los años 1986 a 1992.

Diputado de la Asamblea de Madrid ,1991-1995 y Portavoz de Política Territorial, Urbanismo y Transportes.

Secretario General del Partido Popular de Madrid para el mandato del Congreso periodo 1993-1995.
Teniente Alcalde de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid 1995-2003. Durante su mandato se aprobó el PGOU de Madrid de 1997 y se formalizó la candidatura olímpica Madrid 2012, de la que fue Consejero Delegado hasta el año 2003.

Ha colaborado en diversos medios como ABC, El Independiente, La Estrella Digital, El Mundo y Expansión y en programas de radio. Actualmente participa en La Ventana de Madrid de la Cadena SER.