A palos entre JxC y ERC, mejor dicho, entre Puigdemont y Junqueras, o entre la ANC y Òmnium. Y convencidos de que son los ‘reyes del mambo’ porque creen tener la llave ‘exclusiva’ de la gobernabilidad española (que en realidad tienen PP y PSOE) porque los secesionistas dicen controlar a Pedro Sánchez, esta banda secesionista ha celebrado la fiesta de La Diada, que más bien se la podría llamar ‘La Liada’ que tienen en la Generalitat y en La Moncloa.
Y todo ello sobre la base y el convencimiento de que Sánchez está decidido a todo -incluso liquidar la Transición, la democracia y el Estado de Derecho- con tal de seguir en el poder. Para lo que el PSOE tendría que aprobar, como lo exige Puigdemont y por la vía de urgencia -es decir con alevosía- en el Congreso una ley de amnistía en favor de Puigdemont y demás procesados del golpe catalán de 2017.
Lo que Sánchez, una vez amnistiados los delincuentes golpistas, deberá de completar con la convocatoria en Cataluña de un referéndum, o consulta de autodeterminación, camino de la independencia catalana. O, de lo contrario, y una vez desaparecido el delito de la sedición (gracias a Sánchez) los golpistas amnistiados o indultados, volverán a hacer una nueva ‘Declaración Unilateral de la Independencia’ de Cataluña, sin consecuencias penales, como lo advirtió Puigdemont en su pomposa proclama de Bruselas.
‘La Liada’ procesionó en las calles de Barcelona, cada uno por su lado y con el presidente Aragonès reclamando que se le atienda porque dice que el presidente de Cataluña es él y no Puigdemont.
Y todo ello después de la reciente foto en Francia en homenaje a Pau Casals donde asistieron cinco ‘presidentes’ que son o lo han sido de la Generalitat: Pujol, Puigdemont, Torra, Aragonès y Montilla, en ausencia de Mas que está escondido y de Maragall que está enfermo.
En todo caso la foto parecía una ‘rueda de reconocimiento policial’, dado que Torra, Pujol, Puigdemont y Mas (aunque ausente) están encausados por la Justicia española y Aragonès está a punto de incidir en la ‘desobediencia’. Mientras Montilla parece estar en el limbo del monumental disparate catalán, que fomenta Sánchez desde La Moncloa para seguir en el poder.
Y todo ello y por más que, según los resultados electorales del pasado 23-J, ERC y JxC suman 850.000 votos frente a los más de 20 millones de los partidos nacionales, lo que supone para los separatistas el 3,5 % de votos de toda España y 14 diputados de los 350 del Congreso.
Pero Junqueras y Puigdemont se comportan, gracias a Sánchez, como si entre los dos tuvieran 12 millones de votos y 176 escaños. Un endeble castillo de naipes que, en cualquier momento, y pese a la complacencia de Sánchez se puede derrumbar. A nada que, llegado el momento, la ciudadanía de este país, una parte del PSOE y los tribunales de Justicia -incluido el TC- actúen con diligencia y en línea con la legalidad constitucional.