La jungla de la escena internacional

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, interviene telemáticamente en la cumbre del G-20

EUROPA PRESSEl presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, interviene telemáticamente en la cumbre del G-20

Leer en periódicos serios artículos que proclaman sin tapujos que las Naciones Unidas se han convertido en algo irrelevante resulta algo rutinario.

La prueba más frecuentemente aludida es la guerra de Ucrania en la que muchos comentaristas imparciales conocedores del derecho internacional ven un catálogo de violaciones flagrantes de la ley. La mera agresión a un país independiente y del que se ha reconocido su integridad en un tratado (algo que Rusia hizo con Ucrania no hace muchos años) es a todas luces delictiva y conocida, pero en la conducción rusa de su agresión hay mucho más que a veces se pasa por alto.

Moscú ha empleado la tortura con prisioneros ucranianos, ha bombardeado conscientemente edificios escolares o teatros y, algo que no se menciona bastante ha secuestrado a miles de niños ucranianos que han sido trasladados Rusia o Bielorrusia y dados en adopción a familias rusas o mantenidos en instituciones donde se les rusifica. Las cifras no son baladíes y, aunque aclaremos que en la guerra lo primero que se falsifican son las cifras, parece creíble que más de 2.000 niños han sido trasladados por la fuerza a Bielorrusia y más de 10.000 a diversos puntos de Rusia. Todos estos hechos son considerados crímenes de guerra por la legislación internacional y el Tribunal Penal Internacional se ha pronunciado en ese sentido. Moscú, con el cinismo que impera en muchas autocracias, ha contraatacado emitiendo órdenes de detención contra el fiscal y el presidente de ese Tribunal.

¿Cuál es la capacidad de respuesta de la ONU a los desmanes de una gran potencia, en este caso Rusia? Escasa, muy escasa. La Asamblea general de la ONU condenó holgadamente a Rusia por la agresión, pero las resoluciones de la Asamblea no tienen obligatoriedad jurídica. Las del Consejo, que sí la tendrían, no pueden ver la luz porque Moscú puede vetarlas y lo ha hecho. Un sarcasmo que ridiculiza a la Organización mostrando su evidente impotencia. La ONU está quizás en el peor momento de su historia.

En las sesiones de la Asamblea General de estos días el Secretario General Guterres se ha tenido que limitar a subrayar que el mundo va acercándose a una catástrofe medioambiental. La carnicería de Ucrania, como cualquier tropelía de uno de los grandes, ha sido más bien olvidada.

Pero no culpemos sólo a la Organización como tal. Los estados son los responsables. En la reunión reciente del G-20 en Nueva Delhi, los países más importantes del mundo han reiterado su llamamiento al respeto de los principios del derechos internacional, “incluidas la integridad y soberanías territoriales” pero no se han atrevido a mencionar la agresión a Ucrania porque bastantes de los participantes no habrían firmado el comunicado.

Con ONU o sin ella, la escena internacional, pensemos en los infantes raptados, tiene algo de jungla en la que los grandes pueden quedar impunes.

Sobre el autor de esta publicación

Inocencio Arias

Andaluz, es un veterano diplomático con más de cuarenta años en la profesión y que ha ocupado cargos importantes en el Ministerio de Exteriores con los tres gobiernos anteriores de la democracia.

Ha sido, curiosamente, Portavoz Oficial del Ministerio con la UCD, el PSOE y el PP amén de Secretario de Estado de Cooperación (segundo cargo del Ministerio) con el PSOE de F. Gonzalez y Embajador en la Onu con el PP de Aznar, etc.

Fue durante dos años Director General del Real Madrid. Ha sido profesor en la Complutense y en la Carlos III.

Ha colaborado profusamente en varias publicaciones, radio… y publicado tres libros: “Tres mitos del Real Madrid”( Plaza y Janés), ”Confesiones de un diplomático”(Planeta) y recientemente con Eva Celada “La trastienda de la diplomacia” (Plaza Janés) que ha agotado en poco tiempo tres ediciones.

Es seguidor del Real Madrid y forofo de Chejov, Mozart y Di Stéfano.