Mientras Yolanda Díaz guarda -como siempre- un desesperante silencio, el jefe y ‘manager’ de Ione Belarra e Irene Montero, que es Pablo Iglesias, se dedica a la ‘guerra sucia’ para presionar a Sumar desde fuera de la mesa de negociación a través de los medios de comunicación.
Para de esa manera influir en unas negociaciones en el que el verdadero interlocutor de Podemos es Pablo Iglesias, y al que sus ‘representantes’ en la mesa negociadora le consultan todas las propuestas que les hacen desde Sumar, donde la verdadera negociadora es sin duda Yolanda Díaz.
Probablemente, no habrá que esperar al viernes para ver el color de la que será la fumata definitiva de este mini cónclave de extrema izquierda, porque los ánimos están demasiado caldeados como para alargar la negociación hasta el último minuto.
Pero mientras tanto Iglesias ya ha acusado a Más País, Compromis y a En Comú, es decir a Errejón, Baldoví y Colau, de haber vetado la presencia de su parienta Irene Montero en un lugar destacado de la lista al Congreso de Madrid.
Acusaciones de Iglesias que han desmentido los partidos mencionados y cuando, por otra parte, se ha sabido que Iglesias ha amenazado a Colau con la posibilidad de que los dirigentes de Podemos en Cataluña puedan marcharse con ERC y hacer un pacto electoral con ellos.
Noticia esta que ha creado un notable revuelo en Barcelona y que da una idea de la capacidad de intriga de Iglesias. Quien a buen seguro no descarta entrar en la lista de Podemos por Madrid -incluso a la cabeza del cartel- en caso de que Podemos y Sumar no lleguen a un acuerdo y que fracase la negociación.
Un diálogo sobre el que Iglesias presiona con su particular ‘guerra sucia’ que no cesa. Y puede que con la premeditada intención de que fracase la unidad de la extrema izquierda para que Sánchez no pueda gobernar y la derecha llegue al poder.
Que, a lo mejor, es lo que seguramente quiere Iglesias para llevarse a todos, incluido Sánchez, a su tumba política jugando al cuanto peor para toda la izquierda mejor para él. Algo que nadie debería descartar en este aprendiz de Maquiavelo que, y en eso se parece a Sánchez, solo trabaja para él.