Como prólogo de la lista de condiciones de Puigdemont para hacer presidente a Sánchez aceptó recibir a Yolanda Diaz, vicepresidenta de Sánchez y líder de Sumar, para ofrecer una foto. Les iba bien a ambos. Yolanda Díaz preparó la visita con discreción, algunos medios muy afines se enteraron antes que la gente de la Moncloa, incluido Sánchez, para garantizar fotógrafos y cámaras. El contenido de la conversación no es relevante, la importancia está en la foto y las lecturas que permite.
Para los independes muy cafeteros la visita de la vicepresidenta al símbolo de la autodeterminación impuesta es la demostración de que la victoria está cercana, de que el Estado cede y se bate en retirada. Acredita que la intransigencia da resultado. De inmediato al amnistía y, a renglón seguido, la república catalana.
Para los afines a la Moncloa la visita es un simple gesto para ganar foco en un momento en el que Sánchez no negocia nada a través de Sumar, ni siquiera con Sumar que en estos momentos ignora como será el gobierno de coalición ni las parcelas que puede obtener en el futuro gabinete.
Para los deudos de Yolanda y Sumar la visita es un movimiento táctico astuto para entrar en el reparto en puesto relevante. La foto muestra que están en la pomada, que dominan la agenda y que son actores principales de la investidura y del futuro.
Los indepes, en sus distintas familias, las gentes de Sumar (incluidos los Comunes) son esos tontes útiles que para los revolucionarios de la izquierda eran los burgueses que tratan de acompañarlos y moderarlos para acceder al poder. Los Comunes no son indepes por convicción, pero han abrazado la autodeterminación por vocación. Puestos a votar muchos de ellos votarían que SI a la república catalana. Pero los indepes no se fían de ellos, les han hecho varias faenas que no olvidan.
Una vez que Puigdemont ha puesto sus cartas en la mesa y que los de ERC se quedan fuera de la partida de la investidura porque ya cedieron el turno, a Sánchez le queda aceptar la apuesta para ganar la mano y seguir en la presidencia con decisiones que no compartió con sus votantes ni siquiera con sus compañeros de partido.
Sánchez y Puigdemont dependen uno del otro, es una alianza que no va muy lejos ya que ambos pretenden desmontar al otro a partir del mismo momento en que alcances un acuerdo táctico para seguir jugando. Puede salir cualquier cosa de semejante enredo, incluido lo que ninguno tiene previsto.
La foto de Bruselas dio para unas horas de portadas, pero no significa más que una foto sin contenido. No es en esa conversación donde se juega la partida.