Los datos de empleo de mayo no son lacerantes, no añaden dramatismo a la crisis, pero tampoco permiten retirar el luto por la recesión más dura de la historia reciente. Los datos dicen que hay menos desempleados apuntados en las oficinas de empleo y que hay más cotizantes a la Seguridad Social. Ambas cifras son buenas en sí mismas, pero pasadas por el filtro del ajuste estacional los signos positivos se vuelven negativos, un poco más de paro y unos pocos afiliados menos a la Seguridad Social.
Este último dato, la afiliación ajustada me parece el más relevante para el seguimiento y este mes de mayo se situó en 17,68 millones de cotizante, que es la cifra más baja desde el año 2005. Quizá los datos de mayo indican que se roza el suelo de la crisis, pero esta tesis es tan buena como la que pretende que el verano marcará una nueva fase de recesión y de pérdidas adicionales de ocupación.
Además hay que ver el efecto de las medidas de austeridad presupuestaria que tendrán un impacto en el nivel de actividad y, por tanto, en el empleo. De manera que puede que estemos en el fondo de la crisis pero también con una digestión dura, larga y previa a la recuperación.
En cualquier caso la noticia de la jornada no son tanto los datos de empleo cuanto que el presidente del gobierno se cae del guindo de la reforma laboral y declara que si no hay acuerdo sindicatos-patronal el gobierno dictará el decreto ley de modificación de la contratación como medida necesaria para hacer frente al parto, primer problema de los españoles.
Podríamos decir: “a buenas horas mangas verdes” y sería un comentario atinado. También que “más vale tarde que nunca”, pero cualquier comentario es apresurado ya que sin conocer el alcance de la reforma Zapatero son necias conclusiones. Los dos documentos oficiales con los que el gobierno quiso contribuir al acuerdo laboral no nos sacan de dudas, solo apuntaban líneas de debate pero no las conclusiones ni los contendidos.
¿Va a incidir la decisión del gobierno de tomar medidas en la voluntad de esas partes que no negocian, que solo hablan? Pues no lo parece, si el gobierno asume el coste de reformar, las fuerzas (?) sociales pasarán su turno para evitarse desgaste. Además nadie les reclama responsabilidad, ni compromiso, no riesgo. Ellos viven calentitos, rodeados de sus amigos y sin agobio; el coste de la crisis carga contra Zapatero que se lleva todos los pescozones, incluidos los que insinúa su antiguo jefe, Felipe González que llama necios a los que rectifican todos los días, ¿tenía alguien en mente?
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