En la demagogia del laberinto fiscal

El gobierno anunció en tiempo y forma, ante el Congreso de los Diputados (¿existe escenario más adecuado?) un plan de ajustes al gasto público pespunteado con urgencia ante el agobio de dar la cara ante las autoridades comunitarias y los acreedores de los mercados. El plan tiene sentido pero se ha instrumentado con cierto atolondramiento y sin liderazgo político. De hecho es enigmático como va a salir aprobado del Congreso y parece claro que será con el mayor daño al Gobierno y sin consideración por el buen crédito de ese deudor que se llama España. El debate político no está en hacer frente a la crisis económica sino en dañar al adversario. Todo va en clave electoral y no en políticas de estado para salir del agujero.

El gobierno extraviado en el laberinto de la carencia de un proyecto y de una estrategia, amaga ahora con un aumento de la presión fiscal, por supuesto que sobre los ricos, que calme a sus bases. La cuestión de la progresividad fiscal es vieja, los socialistas deberían tener casi todas las respuestas ya que desde hace años se han formulado todas las preguntas. Han razonado sobre el tipo único o plano en el IRPF, desplazando la función de progresividad al mínimo exento, que sería la solución más limpia y estable, y también sobre las contraindicaciones de utilizar figuras viejas y agotadas como el impuesto sobre el patrimonio (que fue extraordinario, aunque se quedó treinta años) u otra fórmula equivalente. Los del PP tampoco se han atrevido a apostar decididamente por el tipo único, lo cual revela también sus confusiones.

Zapatero pro razones tácticas destapa ahora la posibilidad de subir el IRPF sin entrar en detalles. Ellos sabrán lo que hacen pero en materia fiscal conviene actuar con rapidez y contundencia, todas las explicaciones de una vez y mucha argumentación; amagar, insinuar… suele ser el mejor camino para obtener poco y agraviar mucho, porque son muchos los que se sienten afectados y ofendidos sin causa.

Por ejemplo parece evidente que el gobierno ha dado un giro radical a la política social al congelar las pensiones un año y reducir las retribuciones de los funcionarios y un 5%. ¿Cuánto recorte supone todo ello del gasto social global? No más del 2% del total y si lo comparamos con la media del último decenio no hay recorte, hay aumento del gasto social medio sobre PIB.

De manera que hay mucho ruido, mucha demagogia y pocas explicaciones detalladas y bien fundadas. Un diputado popular decía en el Congreso esta mañana. “Nos dejan sin carreteras ni pensiones” ¡qué barbaridad! ¿Cómo se puede incurrir en semejante demagogia? ¿Sabrán de lo que hablan, han hecho algún número o lectura?  Pero así vamos, gobierno fallero y oposición aventurera.

fgu@apmadrid.es