El encanto de lo pequeño, la pasión por las pymes  

El encanto de lo pequeño, la pasión por las pymes  

EUROPA PRESSImagen de archivo de Rafael del Pino, presidente de Ferrovial.

El caso Ferrovial ha reavivado algunos mitos y leyendas que dominan el discurso y el relato económico con fatal aprovechamiento posterior. La tarea del buen gobernante debe ser pedagógica, ofrecer criterio a una ciudadanía que quiere progresar. El discurso de las grandes empresas (sobre las multinacionales) codiciosas, explotadoras, deshumanizadas y perversas puede que tenga audiencia y excite pasiones poco informadas pero tiene poco fundamento. Al lado de ese relato crítico emerge el elogio de lo pequeño, la heroicidad del pequeño que lucha contra los gigantes perversos.

A poco que se reflexione y se analice y compare la realidad se descubre que una de las diferencias de la economía española con las de los países más avanzados es el exceso de protección y presencia de las pequeñas empresas que no quieren crecer, que están cómodas con un status débil pero poco exigente. Empresas con bajos salarios, con alta precariedad, con fiscalidad escapista y, últimamente, con incentivos en forma de subsidios, excepciones y apoyo para no cambiar.

El objetivo de cualquier empresario que se precie, que quiera durar, no es el beneficio; éste es una necesidad ya que sin beneficio no hay futuro. El propósito no debe ser otro que el crecimiento, llegar más lejos; dar el salto de lo pequeño a lo mediano e incluso a lo grande. Todas las grandes empezaron siendo pequeñas.

En las medianas y las grandes hay mejores salarios, más estabilidad, posibilidades de formación y progreso profesional, capacidad para investigar, para exportar y para llegar más lejos. Por eso los estímulos a seguir siendo pequeños, son contraproducentes; por ejemplo, no pasar de 50 trabajadores ya que en ese caso hay más riesgo de control fiscal y laboral, más presión sindical… las consecuencias de esos incentivos no estimulan a esos empresarios, les empujan a conservar, a no arriesgar, simplemente a subsistir.

La economía alemana y la francesa son competitivas porque cuentan con empresas grandes, tractoras, que arrastran al resto. Y sobre todo un potente entramado de empresas medianas resistentes, innovadoras y con vocación de crecimiento. La pasión por las pymes, sobre todo por las P (lo pequeño no siempre es hermoso) no contribuye al progreso, más bien emite un tinto conservador, reaccionario. A los gobiernos corresponde predicar, entender y explicar buenas ideas, aunque no es lo más frecuente.

Sobre el autor de esta publicación

Fernando González Urbaneja

Nacido en Burgos en 1950, licenciado en Ciencias Políticas y titulado en Periodismo.

Desde 1999 hasta el año 2006 profesor asociado del departamento de Historia Económica en la Universidad Carlos III.

En la actualidad es colaborador habitual de los diarios ABC y otras publicaciones. Desde noviembre de 2003 a diciembre de 2011 preside la Asociación de la Prensa de Madrid y desde abril del 2004 hasta septiembre de 2008 Presidente de la Federación de Periodistas de España (FAPE).

Autor de los libros “Rumasa” (Planeta, 1983); “Banca y poder, la pasión por ser banquero” (Espasa Calpe, 1993); “Ética en la empresa informativa” en “Ética y empresa, visión multidisciplinar”, (Fundación Argentaria-Visor, 1997).

El Gobierno le designó en mayo de 2004 como miembro del comité de expertos para la reforma de los medios de comunicación de titularidad del Estado.

Actualmente es Decano del Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual Facultad de Ciencias de la Comunicación Universidad Antonio de Nebrija.