El futbol profesional vive desde hace años una escalado de valor alentada por los derechos televisivos y por unos entrantes en el sector (fondos soberanos y capital riesgo) que aumentan el valor del espectáculo hasta asomarse a una burbuja típica, que explosionará cuando no quedan activos por engordar. Los clubes españoles de primera han pasado de una situación de quiebra hace diez años a una posición financiera de cierto equilibrio, aunque con riesgos de endeudamiento que pueden llegar ser inasumibles.
En este narco lo más llamativo ahora es la carrera financiera del Barcelona que entre las llamadas palancas (ventas de activos) y las alianzas con fondos de riesgo que huelen a chamusquina escribe una historia que merecerá la presentación de “caso” en las escuelas de negocios: un caso de éxito o de desastre. El tiempo dirá.
Las operaciones de venta de activos (palancas) que ha formalizado el Barça de Laporta para poder contratar jugadores significa vaciamiento del club para obtener liquidez tangible e inmediata que permita inscribir los fichajes. Pierde ingresos futuros y compromete la integridad patrimonial. Incluso llega a vender lo mismo varias veces. Todo ello con una transparencia limitada que solo se justifica porque son operaciones de mercado libre en el que los compradores asumen el riesgo e imponen confidencialidad.
La última gran operación, la denominada Barcelona Media, se propone salir al mercado de capitales global desde Holanda, en concreto al mercado norteamericano, con una valoración de mil millones de dólares para esa actividad de marketing. ¿Qué hay debajo de semejante valoración? Básicamente la explotación futura de activos intangibles, potenciales, derechos de imagen… durante los próximos treinta años que prometen rentabilidad. Promesas hipotéticas que dependen de factores inciertos y modas que pueden ser pasajeras.
El balance básico del Barcelona C.F. es peor que deficiente. Ml de liquidez y peor de solvencia; se sostiene a base de vender el futuro para pagar el pasado, a uno compradores (fondos de riesgo) que son expertos en compraventas, es decir adquirir, embellecer y endosar a otro audaz inversor.
Los dueños del Barcelona (en teoría) son los socios de la sociedad deportiva que se resiste a convertirse en sociedad anónima como la mayor parte de los demás clubes de fútbol. La situación financiera del club catalán es la más típica para forzar la conversión en sociedad anónima, pero nadie se atreve a instarlo, ni a exigirlo. ¿De qué son dueños los socios tras las ventas (palancas) formalizadas durante los últimos meses?
Que unos inversores atrevidos y visionarios valoren en mil millones de dólares una parte de los activos potenciales del Barça es llamativo, merece explicaciones, informes independientes y profesionales, que justifiquen semejante valoración de una de las fuentes de ingreso del club agobiado que no es capaz de inscribir en la competición a los jugadores que tiene contratados.
Lo que acompaña al club que preside Laporta es tumultuoso y difícilmente explicable. Huele a burbuja, a pedalear para huir de una quema con dirección al centro del fuego. Puede que algún día salgan las cuentas, pero no está claro; apenas es creíble salvo con la fe del carbonero.