La arrecida

La arrecida

PixabayBrezno helado

Cada día es distinto.

Eso es lo que más me gusta de vivir en el campo, aunque haya días que no me gusten nada.

Suele suceder que cuando ya no puedes más, al día siguiente aparece un lubricán radiante, como si hubieras amanecido en otro lugar, lo cual me lleva a colegir que el lugar es el tiempo que en él hace, y diría más, que cada lugar es su luz, porque es la luz de los días la que nos hace ver las cosas de una u otra manera desde un mismo lugar.

Yo me entiendo.

Y espero que alguien más comprenda esto que digo, si es alguien que, como yo, mira las cosas casi siempre desde la misma ventana.

Es la única manera de apreciar que el mundo da vueltas.

Que el eje de la tierra está inclinado, y que, por ello, hay estaciones.

Que los días están, envueltos en frío, creciendo.

Incluso en las ramas del haya, de hoja marcescente, me pareció atisbar hoy, contra el azul del cielo, las yemas de las hojas que desplegarán de pronto en primavera; porque el haya no echa hojas, sino que las despliega como el trapo de un velero, todas a la vez y de forma tardía, pero ya está allí en lo alto encerrado todo el verdor que dará al azul de otro día, y de otro cielo.

Esta mañana, lo que había de nuevo en el mismo paisaje, era lo que por aquí llaman la “xiada”, la helada, también conocida como pelona o pelúa, además de arrecida.

El término de arrecida me gusta.

Parece que se utiliza mucho por Extremadura que, aunque lejos de aquí, tiene muchas cosas en común con Galicia, y eso de estar arrecida, o arrecía, me llama la atención, porque expresa muy bien esa sensación de entumecimiento que deja en nosotros el frío cuando nos paraliza como si tuviéramos hielo en los huesos.

La única manera de combatir la arrecía o arrecida de la mañana, es el café, mientras miras por la ventana lo blancas que están las sombras de los pastos; lo brillantes, como sábanas, que se columbran a lo lejos los campos de las solanas; y la luz inundándolo todo, haciendo refulgir lo de siempre para que lo veamos como si fuera tan nuevo como el día que empieza con una luz tan dorada que no te crees merecer tanta belleza, como lleva dentro, para quienquiera mirarla.

Luego, te echas a andar, para notar cómo crujen los festones de hielo de la seroja, las últimas hojas que no se han ido porque, por algún misterio de las corrientes, no se las ha llevado el viento; haciendo, igual que el rebalaje de la orilla de una playa, las mismas ondas por los caminos del jardín de mi casa, que no es un jardín, sino un batiburrillo de plantas que, queriendo y sin querer, acompañan mi existencia para sobrevivirme cuando falte.

Dicen que estos días serán los más fríos del año y yo, la verdad, estoy encantada, porque mientras haga sol y entre la luz por la mañana y por la tarde por las ventanas, creo que no me importarán las heladas o las pelonas o las pelúas o las xiadas; o las arrecidas, que suenan a arreciar, como si hablaran del viento, que a lo mejor estas heladas también tienen algo de corriente, de viento helón, con su aliento de hielo.

Pero hay un algo nuevo en todo este frío, algo que nos gusta en lo más recóndito de nuestro ser, como si el frío nos abrigara por dentro, o como si los días que empezaran en blanco nos hicieran creer que podríamos escribir o pintar todo de nuevo, o vivir otra vida, aunque todo sea lo mismo, arrecido de blanco.

Pero es bueno soñar, con un café en la mano, tras los cristales empañados, y al fondo la luz del día, tocando, para derretirlo, el hielo de los campos.

Sobre el autor de esta publicación

Mónica Fernández-Aceytuno

Nace el 4 de mayo de 1961 en Villa Cisneros (Sáhara Español).

Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid se dedica desde 1991 a la divulgación de la Naturaleza en la prensa por lo que obtiene en el año 2003 el Premio Nacional de Medio Ambiente “Félix Rodríguez de la Fuente de Conservación de la Naturaleza” por su labor de difusión, y en el año 2007 el Premio Literario Jaime de Foxá.

El dos de octubre de 2008, se le entrega la Medalla de Honor del Colegio de Ingenieros de Montes al Mérito Profesional por su actividad en la prensa y en Internet.

Es columnista de ABC desde 1997, y colabora asiduamente en el suplemento NATURAL de ABC.

En 2007 funda el portal de la Naturaleza www.aceytuno.com, del cual es editora.