Juan Carlos, Felipe, Leonor y Doña Belarra

Juan Carlos, Felipe, Leonor y Doña Belarra

EFELa princesa abre hoy una nueva página en la monarquía en España con su juramento

Aunque un tanto bochornosa, al implicar una falta de decoro y una chulería poco constitucionales, la ausencia de los parlamentarios de la oposición en la Jura de la Princesa, era algo, en la España sin modales que vivimos, claramente predecible.

Su espantada ha sido tan lamentable, aunque por otras razones, como la ausencia del Rey Juan Carlos factor máximo de la Constitución democrática que nos rige. La inquina hacia el emérito que domina a nuestro gobierno ha sido ostensible en los propios locutores de la Televisión pública que transmitían el acto. Daba un poco de grima que una comentarista pasara por alto todo lo que Juan Carlos hizo por traer la democracia y nos restregara un par de veces “la inmoralidad y las corrupciones (en plural) del abuelo de la princesa”. Esto debe estar en el libro de consignas del sanchismo encantado de que Juan Carlos perezca en el extranjero y en el olvido.

El rey Felipe ha dado de nuevo una lección de saber estar. Elegante, sereno, presumo que emocionado a veces, ha sido un actor importante de una ceremonia que imagino vista por millones de españoles para berrinche de los que quieren fumigar la monarquía. La fotogenia, el carisma latente de la que juraba les pone más difícil su empeño destructor de la institución y de la constitución que votó en 1978 masivamente la izquierda. Habría que estudiar lo que siente de verdad hoy a este respecto el sanchismo y más aún su muleta del PSC.

La princesa cae bien. Holgadamente bien. Le ayuda su agraciado físico, la prudencia y madurez que describen los que la conocen y parece que su padre le ha inculcado ya lo mejor que Felipe heredó de Juan Carlos: la Constitución es sagrada y un monarca debe respetarla y no permitirse alegrías.

Alegría es lo que se permite la rama podemita en general y Doña Belarra en particular. En su republicanismo acendrado confunde de entrada las formas y el fondo. El Rey, habría que ponerle deberes a Doña Belarra y sus colegas para que lo escribieran CIEN VECES en un papel, es el JEFE del ESTADO de una constitución democrática. ¿Qué pensarían ellos si en una España republicana los diputados de tendencia monárquica no asistieran a la jura del Presidente de la República. Simplemente que estos eran unos cafres fascistas de comportamiento lamentable.

También parece no haber entendido que la princesa Leonor no iba a las Cortes a que sus vasallos le juraran obediencia, sino a jurar ella sometimiento a las Cámaras que representan a la nación. Fiel a su personaje, la podemita ha dicho que por si faltaba poco ha jurado la bandera antes que jurar en las Cortes. ¿Y qué? ¿A quién desprecia Leonor? ¿Ha fijado ella el orden de los juramentos?

La camarada Belarra, como buena podemita, es doctora de la incoherencia y de la ley de dos raseros que tanto critica también en el terreno internacional. Tiene un buen maestro en su ególatra padre espiritual cuando dijo que “hay que cabalgar contradicciones”. Doña Belarra, Doña Montero la chica y alguna otra braman cuando ven caer bombas sobre Gaza en las represalias israelíes por el ataque terrorista. Su humanidad sería loable si fuera sólo eso humanidad, es obvio que, algo horrible, en Gaza están muriendo inocentes, pero no quieren saber que este infierno empezó con un brutal, salvaje ataque terrorista que pocos estados dejarían impune y, sobre todo, que no recordamos que cuando Putin invadió sangrientamente una inferior Ucrania, la tribu podemita gritaba para que no se armara a Ucrania pero no se le ocurría denunciar que Rusia, que era atacante y no atacada, arrasaba ciudades, bombardeaba un teatro refugio en el que había cuatrocientas personas, lanzaba bombas de racimo, etc… Ningún podemita, ni la locuaz Belarra, pidió la ruptura de relaciones con Rusia o que se juzgara a Putin por crímenes de guerra.

Lo apuntado: a los políticos les encanta la ley del embudo, la de los dos raseros, son profesores ayudantes de esa materia, Doña Belarra es catedrática.

Sobre el autor de esta publicación

Inocencio Arias

Andaluz, es un veterano diplomático con más de cuarenta años en la profesión y que ha ocupado cargos importantes en el Ministerio de Exteriores con los tres gobiernos anteriores de la democracia.

Ha sido, curiosamente, Portavoz Oficial del Ministerio con la UCD, el PSOE y el PP amén de Secretario de Estado de Cooperación (segundo cargo del Ministerio) con el PSOE de F. Gonzalez y Embajador en la Onu con el PP de Aznar, etc.

Fue durante dos años Director General del Real Madrid. Ha sido profesor en la Complutense y en la Carlos III.

Ha colaborado profusamente en varias publicaciones, radio… y publicado tres libros: “Tres mitos del Real Madrid”( Plaza y Janés), ”Confesiones de un diplomático”(Planeta) y recientemente con Eva Celada “La trastienda de la diplomacia” (Plaza Janés) que ha agotado en poco tiempo tres ediciones.

Es seguidor del Real Madrid y forofo de Chejov, Mozart y Di Stéfano.