Jeremiadas a cuenta de Ferrovial

Jeremiadas a cuenta de Ferrovial

EFELa vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño

La voz “jeremiada” se interpreta en el diccionario como lamentación o muestra exagerada de dolor. Viene al pelo de las declaraciones de varias ministras del gobierno ante la noticia de que Ferrovial traslada su sede social de Madrid a Ámsterdam. Los argumentos esgrimidos por las ministras van desde que esa empresa debe mucho a los españoles hasta que como este año ha tenido merma sensible de beneficios o que se beneficia del dumping fiscal holandés. Todos argumentos de medio pelo, nada reflexivos y poco documentados. Más bien muestran mala conciencia, conciencia de que arremeter contra las grandes compañías tiene consecuencias no esperadas.

Y no debe ser esa la razón de la deslocalización planteada por el consejo de Ferrovial a sus accionistas. Se trata más bien de una decisión meditada desde hace años, que tiene razones fundamentalmente financieras y de optimización de resultados, que es un objetivo reclamado por los accionistas a los gestores de cualquier compañía.

En primer lugar no parece una decisión improvisada, ni fruto exclusivo de la hostilidad que este gobierno manifiesta explícita y reiteradamente a las grandes empresas. Sin duda que eso ayuda, pero no es razón suficiente. Ferrovial mantiene su balance, financiación y activos permanentes fuera de España desde hace años. Una vez vendido su negocio de servicios en España, Gran Bretaña y Australia su actividad se concentra en Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Polonia. Además, su esquema financiero en mercados mayorista, fuera del circuito bancario tradicional, se materializa en bonos y equivalentes negociados en los mercados globales que necesitan rating de calidad. Como último argumento cuentan los aspectos fiscales, sin ser los más importantes, ya que el domicilio social y fiscal en Países Bajos es más favorable que en España. Sin perder de vista la seguridad jurídica.

Este gobierno ha toqueteado la fiscalidad de las grandes empresas con modales de ocurrencia y con debilidad jurídica. No son decisiones que determinen deslocalizaciones o que alejen inversiones, pero no ayudan, llevan a perder posiciones en los rankings de credibilidad empresarial. España es un país confiable… pero no tanto. Lo que la comunidad de los negocios reclama a los gobiernos es que les dejen en paz, que no obstaculicen ni se entrometan. Y el desempeño gubernamental no ha ido en esa dirección.

Por otro lado, la decisión de Ferrovial es legítima, tiene derecho a tomarla y tendrá que asumir consecuencias, pero no es extravagante ni excepcional. Son varias las multinacionales italianas y británicas que han trasladado su sede social y fiscal a los Países Bajos que ofrecen un esquema fiscal y societario atractivo (y legal) a las compañías europeas.

Sobre el autor de esta publicación

Fernando González Urbaneja

Nacido en Burgos en 1950, licenciado en Ciencias Políticas y titulado en Periodismo.

Desde 1999 hasta el año 2006 profesor asociado del departamento de Historia Económica en la Universidad Carlos III.

En la actualidad es colaborador habitual de los diarios ABC y otras publicaciones. Desde noviembre de 2003 a diciembre de 2011 preside la Asociación de la Prensa de Madrid y desde abril del 2004 hasta septiembre de 2008 Presidente de la Federación de Periodistas de España (FAPE).

Autor de los libros “Rumasa” (Planeta, 1983); “Banca y poder, la pasión por ser banquero” (Espasa Calpe, 1993); “Ética en la empresa informativa” en “Ética y empresa, visión multidisciplinar”, (Fundación Argentaria-Visor, 1997).

El Gobierno le designó en mayo de 2004 como miembro del comité de expertos para la reforma de los medios de comunicación de titularidad del Estado.

Actualmente es Decano del Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual Facultad de Ciencias de la Comunicación Universidad Antonio de Nebrija.