Inconsistencia de un acuerdo (pretendidamente) histórico

Imagen de la reunión entre el PSOE y Junts del pasado día 30 de octubre

EFEImagen de la reunión entre el PSOE y Junts del pasado día 30 de octubre

Si atendemos a las primeras versiones del acuerdo PSOE-Junts estamos ante un acontecimiento histórico que pretende resolver un conflicto histórico que viene de hace trescientos años. Un acuerdo redactado desde la desconfianza entre las partes y lleno de recelos y no pocas ambigüedades. Los valedores del acuerdo, en primeras aproximaciones, dicen que bien empieza lo que bien acaba; que la relevancia del ácueo dependerá de su buen fin. Un argumento que sirve a falta de otros de mayor densidad.

Entre las inconsecuencias del acuerdo, a primera vista, aparece el hecho de que los firmantes sean tercera fila entre los dirigentes de ambos partidos. ¿Cómo se deja a subalternos la firma de un acuerdo histórico? Además, ¿cómo es posible que se firme el acuerdo en Bruselas, con notable discreción y falta de explicaciones? Si tan importante es ¿cómo es posible que se pretenda que sea operativa con una minoría escuálida del Congreso, minoría en el Senado y profunda oposición en el poder judicial que sale muy erosionado y descalificado por los compromisos asumidos por los firmantes?

Son demasiados interrogantes para un acuerdo histórico que no tiene otra explicación que la obtención de una mayoría suficiente de investidura que es algo coyuntural convertido en sustancial. La declaraciones de que la constitución supone una línea roja son palabras al viento que valen tan poco como las afirmaciones de Pedro Sánchez que tienen como característica probada su volatilidad.

La discreción, opacidad, con la que se ha negociado y comunicado el acuerdo dice mucho de que se trata de un acuerdo privado entre dos grupos políticos que pretende comprometer al conjunto del Estado. El silencio de pedro Sanchez, sustituido por un miembro del aparato que nunca ha tenido relevancia política ni personalidad al margen de actuar de subalterno del presidente.

El acuerdo servirá para la investidura, pero puede quedar pronto en papel mojado cuando tropiece con obstáculos legales y de instrumentación que se han tratado de orillar en el acuerdo pero que no lo será en su concreción.

Lo más llamativo es que cuando el independentismo vive momentos grises en la preferencia de los catalanes el socialismo de Sánchez les otorga un poder extraordinario que le permite un éxito que ni los mismos independentistas esperaban conseguir. La pretensión de “pacto histórico” tropieza con inconsistencias manifiestas y pretensiones que van más allá de la división  y el respeto entre los poderes del Estado.

Sobre el autor de esta publicación

Fernando González Urbaneja

Nacido en Burgos en 1950, licenciado en Ciencias Políticas y titulado en Periodismo.

Desde 1999 hasta el año 2006 profesor asociado del departamento de Historia Económica en la Universidad Carlos III.

En la actualidad es colaborador habitual de los diarios ABC y otras publicaciones. Desde noviembre de 2003 a diciembre de 2011 preside la Asociación de la Prensa de Madrid y desde abril del 2004 hasta septiembre de 2008 Presidente de la Federación de Periodistas de España (FAPE).

Autor de los libros “Rumasa” (Planeta, 1983); “Banca y poder, la pasión por ser banquero” (Espasa Calpe, 1993); “Ética en la empresa informativa” en “Ética y empresa, visión multidisciplinar”, (Fundación Argentaria-Visor, 1997).

El Gobierno le designó en mayo de 2004 como miembro del comité de expertos para la reforma de los medios de comunicación de titularidad del Estado.

Actualmente es Decano del Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual Facultad de Ciencias de la Comunicación Universidad Antonio de Nebrija.