La Liga está viva y el punto de ventaja que tiene el Barcelona sobre el Madrid es distancia que en la Ciudad Condal se empieza a ver muy corta y en el Bernabéu superable. En una semana, el Madrid pasó de la depresión por la derrota en casa ante el Barça, a declarado optimismo. En siete días, en el Camp Nou se ha pasado de la autosatisfacción al miedo, a la vuelta al victimismo.
El final de campeonato con tanta incertidumbre tiene beneficiarios. Los clubes que han de recibir a Barça y Madrid, Villarreal y Sevilla al primero y Málaga, Mallorca y Zaragoza el segundo, harán caja. El Madrigal, casi con seguridad presentará lleno dado que el desplazamiento desde Barcelona es de los menos problemáticos. En La Romareda ocurrirá lo mismo esta semana. Los demás estadios también se beneficiarán del flujo madridista.
Culés y vikingos van a viajar detrás de sus equipos porque la esperanza de alcanzar el campeonato no es utopía. La circunstancia española no es única porque también en Inglaterra, Chelsea y Manchester United están separados por un punto, idéntica distancia hay entre Roma e Inter y dos puntos separan a Bayern Munich de Schalke 04. Sólo en Francia el Olimpique de Marsella se ha distanciado cinco del Auxerre.
En medio de la batalla liguera, el Barça ha tenido que afrontar la semifinal de la Liga de Campeones contra el Inter en penosas circunstancias. Ha tenido que recorrer mil kilómetros hasta Milán en autobús a causa del cierre de los aeropuertos.
Los barcelonistas, por si la Liga les falla, tendrán que poner todo su esfuerzo en la competición europea. La final en el Bernabéu sería su revancha.