Los colistas, los equipos que luchan por sobrevivir, no son adversarios contra quienes se puede prescindir de precauciones. Se la juegan y luchan por cada punto sabiendo que en ello les va la vida. El Barça, el líder, tuvo que apretar los dientes para derrotar al Xerez y el Madrid necesitó un gran esfuerzo físico y moral para batir al Zaragoza.
Entre el líder y el colista había, antes del partido, 57 puntos de diferencia. Un abismo. Sin embargo, en el juego no se pudo apreciar. El equipo jerezano desde que lo entrena Gorosito, ex delantero goleador del San Lorenzo de Almagro, ha mejorado notablemente la puntuación y el fútbol que practica.
El Barça necesitó la jugada genial de un canterano, Jeffren, para obtener el primer tanto. Luego, aunque Ibrahimovic y Henry, (dos jugadores cuya presencia únicamente se notó en sus dos momentos oportunistas con los goles), añadieron diferencia al marcador, el Xerez dio tanta guerra que Guardiola acabó por recurrir a Piqué y Messi para que no hubiera otro tropiezo como contra el Espanyol.
El Madrid se encontró en La Romareda un equipo valiente y en algunos aspectos rayando en la brusquedad. Fue valiente al buscar el gol sin complejos. Lo consiguió cuando ya perdía por 1-0 y se había quedado con diez jugadores por la expulsión de Contini, jugador que merece más castigo por su club que por el Comité de Competición.
Al Madrid lo sacaron adelante dos jugadores que acababan de salir de la enfermería. Raúl estaba a punto de se relevado y cojeando llegó hasta la portería contraria y marcó el primer tanto de su equipo.
La victoria llegó con el remate de Kaká a falta de siete minutos. Salió a jugar un cuarto de hora y en ese tiempo se topó con la diana que impedía que el Barça abriera más brecha en la tabla.
La tarde sabatina la cerró el Valencia. Ganó por menos goles de los que mereció y se afincó más en la tercera plaza. También tuvo que sufrir para ganar. Al final de la Liga hay muchos compromisos y todos quieren cumplirlos.