Llegar al descanso con dos goles de ventaja debe producir calma y serenidad en el vestuario. Cuando se juega bien y llegan los tantos no hay motivo para la ansiedad. Fruto de ello fue el arrebatador segundo tiempo en el que se consumó goleada casi histórica. Las jugadoras españolas se sienten fuertes porque demuestran que lo son en cada minuto. Para ganar hay que poner sobre el césped una serie de valores. Tal vez el primero es el deseo de vencer. Contra Suiza no se especuló, no se planteó un partido a medias tintas y de ahí que el éxito empezara a sustanciarse desde la mitad del encuentro.
El equipo español practicó la anticipación en cada jugada. Trató de recuperar cualquier pérdida para producir en las adversarias sensación de impotencia. La Roja presionó desde el comienzo. A Suiza la costaba mucho salir de su campo con la posesión de la pelota. La presencia constante de las españolas en todo el terreno les obligó en muchas ocasiones a perder es esférico con pases poco precisos. En una de las indecisiones suizas, con error grave de la portera, llegó la diana de Lucía García. Fruto del juego de penetración por las bandas se consiguió el segundo gol. El pase de Olga Cardona feliz goleadora en el Mundial, lo remató Aitana Bonmatí pese al esfuerzo de la guardameta helvética.
El fútbol que practican nuestras campeonas es sencillo. Quizá el más antiguo y del que prescinden muchos entrenadores. Quizá porque tampoco cuentan con futbolistas con claras intenciones de llegada al campo contrario. Alexia Putellas, centrocampista que debe envidiar Xaxi para su Barça, mantiene el timón de la embarcación pero las ocasiones llegaron por los extremos. Putellas volvió a dar muestras de calidad extraordinaria y todo el equipo, en general, combinó la rapidez con el pase en busca de la llegada de interiores. Irene Paredes y Laia Aleixandri mantuvieron el centro de la zaga con tal autoridad que las suizas no pudieron hallar instantes de felicidad para intentar batir a Cata Coll, que en la gran oportunidad suiza hizo una gran parada.
En la Roja femenina resulta difícil distinguir porque la calidad media es muy parecida y los cambios no solo no reducen la calidad y el empeño. sino que en varios casos su presencia equilibra el control como en el desempeño de la titulares. Athenea del Castillo hizo notar su presencia en cuanto entró en el campo e Inma Gabarro estuvo presta para marcar gol muy poco después de su aparición. La jugada la creo Alexia y remate que no detuvo la portera lo aprovechó Gabarro, que estaba a la que salta.
Cuatro goles era tanteo para celebrar, mas lo grandioso fue la quinta diana. Desde fuera del área, en jugada que empezó en córner, disparó Maite Oroz y el gol fue para que los espectadores se levantaran de los asientos. Fue el final de un partido en el que las campeonas volvieron a demostrar su calidad y sus deseos de establecer marcas casi irrepetibles.