La semana pasada en España ha sido jocosa.
Lo del tren de Cantabria no sería buen pasto para Gila sino incluso para Charles Chaplin. Da para una comedia de cine mudo con Chaplin y Buster Keaton. Aunque sólo fuera imaginando como reirían los miembros de nuestro gobierno, atribulados hoy y buscando a quien culpar, si le hubiera pasado al PP.
No tiene menos gracia lo del maromo espía que se encamó con ocho, ¿o más?, independentistas y contra el que ahora se querellan por sinvergüenza, casi por violador por haberlas enredado en relaciones “sexoafectivas”. Esto da para mucho guiones, uno con un macho Matahari, otro de Mortadelo y Filemón, otro que estudiase el sentir del protagonista (¿bueno para Cantinflas?) y otro que estudiase el razonamiento de las abogadas. ¿Creen de verdad que el espía violentó a las afectadas, abusó de ellas sexualmente ocultando su identidad? ¿O están las letradas tocando el violón porque eso les da titulares?. Mas de una de ellas y mas de dos de las victimas consideraron en su momento probablemente admirable la conducta de la sandinista Nora que llegó, me suena, a viceministra habiendo tenido la valentía de seducir y acostarse con un general que le doblaba la edad, padre de una amiga, y después de satisfacerlo plantar una bomba debajo de la cama con la que lo mató ¡Qué entereza! ¡Qué frialdad encomiable! la de esta joven que se sacrificó por la causa del progreso engatusando a un reaccionario con una relación sexoafectiva y no la del joven policía que a lo mejor hasta disfrutó sexualmente mientras ellas gemían y no de dolor. Que diferencia tan enorme entre la sandinista y el fascista español. Una encamándose abnegadamente en aras de la revolución comunista y el otro sirviendo a una podrida democracia. Sólo un fascista no vería la diferencia.
Tenemos también el rumor de que la gala de los Goya se enfocará hacia un tema apreciado por el gobierno con alguna proclama que zahiera a la oposición y que en ella le puede caer algún sopapo a la señora Ayuso. Topamos aquí con lo del culo con las témporas y lo del tiro en la propia pierna. Si el rumor es verdad y la cosa deriva hacia una pequeña imitación de aquel Goya en que hubo una obsesión monotemática con condenar la guerra de Irak, mientras que en una edición posterior se pasó por alto los sucesos gravemente antidemocráticos que ocurrían en ese momento en Venezuela, querida Academia, tenemos un problema. No ya porque nos dejen en ridículo a los que frecuentamos el cine español y alentamos a frecuentarlo sino porque encolerizando a la derecha se aparta de nuestro cine a un porcentaje enorme de espectadores. Sólo un miope no ve que es tirar piedras en el propio tejado.
Por otra parte tener a la admirada Ayuso de blanco al que atacar con cualquier pretexto solo demuestra una cosa como parece ocurrir con el podemita Iglesias. No ataca a la presidenta madrileña porque detesta su ideología sino porque ella le dio un revolcón imborrable. Y eso no se perdona.