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Ya sin nombres propios, hay que destacar la eclosión del “loqueismo” en la lengua de Cervantes. Se dice lo mismo pero con más palabras, lo que sería una muestra de erudita distinción. No se está en España sino “en lo que es España”. No se pierde confianza en la política del gobierno sino “en lo que es la política del gobierno”. Los últimos tiempos nos han traído también el uso frecuente de algunas palabras poco utilizadas hasta ahora. Así el “oxímoron” (¡cuidado con el acento!) y el “emprendedor” como aspirante a empresario, según parece. O eso que llaman “empoderamiento”, con resonancias más inglesas que españolas. Y aún nos resta el novedoso dialecto “tertulianés” con su particular vocabulario en aras de un interminable bla bla bla político, del corazón o de lo que se tercie.
Por fortuna el esdrujulísimo de Felipe González ha perdido muchos seguidores. Se puede debatir sobre su acción de gobierno, pero no silenciar lo que en su día supuso su peculiar acentuación.
También el lenguaje escrito es víctima de la pretendida modernidad igualitaria. Se utiliza la “barra” para visualizar mejor los géneros, pero el invento, muy utilizado al final de los sustantivos, no suele llevarse a los correspondientes adjetivos calificativos. Cabe, igualmente, sustituir la “barra” por la “arroba” (@), que sólo era una unidad de peso hasta que comenzó su empleo para las direcciones del correo electrónico.
Las obras de nuestros grandes escritores clásicos y modernos, algunos de estos últimos galardonados con el Premio Nobel, tendrían el mérito añadido de no contar con estos signos ortográficos, tan ingeniosos como efectivos en la lucha contra un machismo milenario.
Desde las altas esferas gubernamentales se consultó a la RAE, pero el dictamen no apoyó las novedosas ocurrencias, de modo que pronto quedó en papel mojado y silenciado.
Un conocido articulista resume acertadamente a dónde nos conduce el nuevo galimatías lingüístico, no siempre circunscrito al ámbito sexual:
“El futuro está en la comprensión transversal con perspectiva de género que desarrolla las capacidades socioafectivas del alumno para su integración en un ecosistema interdisciplinar de economía circular e intermodalidad verde, pansexual e inclusiva que agiliza la adaptación a la Estrategia Nacional de Largo Plazo 2050 con resiliencia, diálogo multi-actor, transdiscursividad, un escenario de convergencia y digitalización sostenible”
En fin, que Dios nos coja confesados, confesadas o confesades.